Trae tu juguete favorito
Querido Gabriel,
Me produce mucha curiosidad esa pasión de la humanidad, prevalente en culturas alrededor del mundo y personas de todas las edades. Es sorprendente la facilidad que tiene para atraer nuestro tiempo y energía. Hace unos días, por ejemplo, leí una noticia de juegos en línea que en pocas semanas logran millones de participantes globalmente. Es evidente que nuestra vida está llena de juego.
Recientemente, Felipe me envió un artículo titulado Teoría del Juego, del neozelandés Brian Sutton-Smith (1924-2105), profesor, estudioso de la sicología del juego y su relación con la educación. Lo que dice sobre su origen evolutivo me pareció tan sorprendente como sus ideas sobre los efectos que tiene en nuestro desarrollo y buen vivir. ¿Te has puesto a pensar en lo esencialmente humanos que son los deportes, los juguetes, los juegos de mesa, los dobles sentidos, ciertas charlas juveniles, o las coplas juguetonas, y lo valiosos que pueden ser para infinitas dimensiones de la vida?
Me inspiró también el evento de lanzamiento de un libro de María del Sol Peralta. Es un texto lleno de cuentos y cantos infantiles con un precioso estilo personal y enmarcados en un pensamiento muy moderno. Estaba en primera fila, tratando de ser “corporativo”, pero no pude evitar sonreír, vibrar y sentir ganas de cantar y bailar sus canciones. “No puedo leer sin cantar”, dijo cuando le preguntaron por qué la presentación de su libro estaba llena de música. Luego, cuando escuché la canción que dice “...matarile, rile, ro...”, sentí que me conectaba con aquella infancia primitiva y esencial que mi mente había olvidado.
Todos jugamos: llevamos el juego en la sangre, en la piel, en los huesos. ¿Qué tal si armamos una tertulia interactiva? ¿Qué nos enseñará tu gente, en especial quienes han tenido hijos? ¿Qué sentirá un niño cuando juega? ¿No será que es fundamental para soportar el aburrido mundo que los adultos les imponemos? ¿Y qué crees que hace que juguemos toda la vida? Sutton-Smith tiene aproximaciones interesantísimas. Para los niños, plantea, el juego activa la imaginación, prepara para la vida social, genera fortaleza emocional, enseña a cooperar y a convivir. Esto sin olvidar su importancia para el desarrollo físico en los primeros años. Para los adultos, por otro lado, es una oportunidad magnífica para ser libres y vivir con plenitud, incluso en medio de situaciones dolorosas o complejas.
Esta semana viene Francesco Tonucci, el sicopedagogo italiano y defensor de los niños, y le voy a preguntar mucho para aprender y compartirte. Mientras tanto, te paso un fragmento traducido del documento que mencioné al comienzo de mi carta: “El juego comenzó como un rasgo fundamental en la evolución mamífera y luego permaneció en nosotros como un método privilegiado para reconciliarnos con nuestro ser y volvernos parte del universo”.
¿Invitamos a nuestros amigos educadores, científicos, papás y mamás, y ojalá niños, a jugar y hablar del juego? Que cada uno traiga su juguete favorito, de la niñez o de la semana pasada, y jugamos a que... ¡no queremos dejar de jugar!.
* Director Comfama