Columnistas

TRANSACCIONES ASTRONÓMICAS

17 de julio de 2017

Gerente de Investigaciones Económicas Grupo Bancolombia

Casi me desmayo esta semana al conocer el salario de James Rodríguez en su nuevo equipo de fútbol. Llámenlo envidia, asombro o como quieran, pero no me impresiona que un jugador de fútbol se gane la chichigua de 27.864 millones de pesos al año, o 2.322 millones al mes. ¡Apenas para pagar el bus y comprar empanadas vaticanas en cualquier toldo callejero!

No tengo nada en contra de James, a quien considero muy talentoso, muy querido y muy de la casa, y mucho me alegro por él, pero de cara a su astronómico salario me surgen inquietudes, inevitablemente.

En una sociedad equilibrada y justa, en la que no haya inequidad, corrupción ni abusos, toda persona asalariada tendría que ser remunerada adecuadamente. Pero evidentemente esta premisa no aplica en Colombia, porque somos los reyes de semejantes perlas.

Una remuneración adecuada es la que recibe una persona en proporción a la calidad que su trabajo le agrega a una empresa o a una comunidad. Recibir más o recibir menos es igualmente injusto.

Así por encimita se me ocurre una lista de empleos que en Colombia deberían ser muy bien remunerados:

Un policía que le da seguridad a la gente. Un maestro de escuela que estimula las infinitas capacidades de los pequeños. Un profesor universitario que forma profesionales idóneos. Un investigador que encuentra soluciones novedosas. Hasta un congresista que elabora leyes para beneficio del país, no para el suyo particular. No se rían, es en serio...

Un artista enriquece el espíritu. Un deportista entretiene, emociona y motiva con su esfuerzo. Un empresario y un obrero generan riqueza. Un campesino produce alimentos... y podríamos alargar la lista mucho más, pero esta página no estira.

Pues bien, cada uno merece una retribución justa, pero desafortunadamente en la vida real no es así. Tal vez porque la humanidad es inequitativa o miope, o tal vez porque esas son las reglas de la sociedad de consumo, pero sabemos que se le paga menos a mucha gente que merece más y muchísimo más a otros que no merecen tanto porque no hacen las cosas bien. ¿Y por qué piensan en los congresistas?

Me parece, si no injusto, por lo menos desproporcionado que los actores de cine, los cantantes o algunos deportistas se ganen mil veces más que el emprendedor que genera empleo para veinte familias, quinientas mil veces más que un profesor en una vereda perdida en el mapa, o un millón de veces más que un reciclador de basuras que esculca nuestras miserias para ayudar a respirar al planeta.

Las sumas exorbitantes que ganan esos personajes, que no digo que no las merezcan pero que me cuestionan, las pagamos todos a través del consumo de bienes y servicios de las grandes marcas que los patrocinan. Y lo que produce envidia o asombro, llámelo como quiera, no es que un futbolista pueda ganarse tanta plata, sino que personas que aportan mucho más para el mejoramiento y la calidad de vida de otros, ganen significativamente mucho menos.

¿Cuándo veremos una transacción tipo: “La Nasa compra los derechos de un cerebro de la Universidad Nacional por miles de millones de pesos”? ¿O “Nike y Adidas se pelean por el patrocinio millonario de un grupo de investigadores que buscan la cura para el párkinson”? Eso sí sería un golazo, pero como no vende, es inviable. Así va el mundo.