Columnistas

Tres tipos de políticos

02 de diciembre de 2014

Estamos ante tres tipos de dirigentes políticos: aquellos herederos del típico politiquero corrupto que solo ve la oportunidad de tener un cargo público para enriquecerse. Son los que históricamente han esquilmado el erario y la causa directa de que a pesar de la tanta riqueza natural de nuestro país, ostentemos la desafortunada posición de ser uno de los países más inequitativos del mundo.

Los otros son aquellos funcionarios que llegan a un cargo público con dos intenciones: tratar de ayudarle a la comunidad, cuando se pueda; pero, más que todo se instalan allí para sacar provecho particular de cuanta oportunidad se presente. Y aunque estos han permitido que la sociedad pueda obtener un poco de beneficios gracias a las riquezas naturales que posee nuestro territorio, de todos modos han contribuido a su pauperización, pues quien hace a medias, es un mediocre que solo consigue un progreso mediocre.

Y finalmente tenemos a los que llegan a los cargos públicos con una clara vocación de servicio, que no están mirando los beneficios particulares que pueden obtenerse fácilmente por medio del poder público. Llegan sin ínfulas, el poder no los ensoberbece, no cambian el estatus de vida y con inteligencia logran cambios significativos en la sociedad. (Aunque, estos tienen un reto muy difícil, pues deben enfrentarse a las mafias que se han instalado dentro del marco jurídico para cometer todo tipo de corruptelas y hacer pasar como legal lo que a toda vista es inmoral).

Lo bueno y esperanzador es que poco a poco aparecen más en el panorama político personas de esta última característica: jóvenes inteligentes capaces de entender que el futuro de sus hijos depende no solo de las cuentas bancarias que les hereden, sino de un futuro labrado en un escenario comunitario con condiciones de progreso para todos donde, inclusive, caben sus propios hijos. Es el joven con sana mentalidad a quien el poder no lo deslumbra ni aturde. Su único problema es enfrentarse a una estructura de corrupción, de una sociedad con mentalidad de miseria humana convencida de que lo único importante en el mundo es que “yo esté bien, aunque a mi alrededor, todo esté mal”.

El 2015 es año de elecciones locales y regionales. Estamos en el maravilloso tiempo en que las redes sociales nos permiten tener más información y conocer mejor las acciones de la gente. Esto se debe aprovechar en beneficio de la ciudad y la región. No podemos elegir por emociones ni egoísmo. Aunque así ha sido por años, ahora podemos cambiar el rumbo con los instrumentos jurídicos que nos facilita la Constitución.