Columnistas

UN ABRAZO FRATERNAL PARA LUZ DIVINA

12 de febrero de 2018

El crimen horrendo cometido a finales de noviembre en Malambo (Atlántico) en la persona de la estudiante del Sena Gabriela Andrea Romero Cabarcas, cuyo cadáver decapitado fue hallado el quince de diciembre en una trocha de Caracolí, en esa localidad, después de estar desaparecida tres semanas, estremece y genera hondo dolor; pero lo que más acongoja el alma es la frustración adicional sufrida por la madre de la víctima, Luz Divina Cabarcas, quien el treinta de enero viajó a Bogotá a pedir audiencia al Fiscal General y solo fue escuchada por algunos funcionarios de segundo nivel.

A ella solo le preocupa que el posible autor de tan abominable conducta, el ex policía Levith Aldemar Rúa Rodríguez -quien tiene un amplio prontuario como violador en serie y asesino- pague su tropelía; a él, como se recordará, la Fiscalía Seccional de Barranquilla le imputó a finales de diciembre cargos por la violación y el asesinato de la agraciada joven de 18 años, a la que contactó a través de las redes sociales con el pretexto de conseguirle un trabajo.

Por supuesto este hecho amerita múltiples reflexiones: que el imputado sea una persona que, hasta hace siete años, laboró como patrullero de la Policía Nacional de la cual fue desvinculado por un atentado sexual, lleva a pensar (¡y ya son muchos los casos!) que algo muy grave falla en el proceso de selección de los miembros de esa institución; no parece, pues, posible que a personas desalmadas como esa se les confíe la seguridad ciudadana.

Así mismo, esta nueva manifestación del actual ensañamiento contra la mujer pone de presente que vivimos en una sociedad enferma, que vomita seres monstruosos arrastrados por el morbo (a este lo llaman “La bestia del matadero”) y que, con su perversidad, exhiben el más cuestionable materialismo y una absoluta ausencia de valores. También, el papel que cumplen los medios de comunicación masiva debe ser objeto de honda reflexión y debate, porque este prototipo de sexópatas suele ser el protagonista de muchas series llevadas al cine y la televisión que se difunden a diario. Por supuesto, también están en tela de juicio la educación brindada a los jóvenes, la organización familiar, las instituciones y la sociedad toda.

De igual forma, tan horripilante crimen es un llamado de atención para la propia administración de justicia (la Fiscalía de Barranquilla, conste aquí, logró esclarecer la autoría y les prestó ayuda oportuna a las víctimas) que debe comprometerse, de verdad, con el conglomerado y cumplir con su misión constitucional; es que, no se olvide, la persecución penal requiere no solo de una policía judicial idónea y solidaria, sino de fiscales y jueces que amen su oficio y no solo piensen en las comodidades materiales.

Por eso, así como lo hace con personajes importantes, bien haría el Fiscal General en prosternarse y reverenciar el dolor que hoy estremece a Luz Divina Cabarcas quien solo fue a la capital a buscar apoyo para su causa, que es la misma de tantos colombianos de bien sometidos al imperio de los criminales; a un funcionario cuya tarea es dirigir la persecución penal y acusar a los delincuentes, lo menos que se le puede pedir es que tenga un gesto de caridad y de compasión con una colombiana que clama Justicia.

En fin, esta es pues la oportunidad que el pueblo entero en cabeza de esta humilde mujer (cuyo solo nombre es una muestra de que está transida por la espiritualidad y el dolor humano) le da a la justicia colombiana para que se pronuncie públicamente y se solidarice con las víctimas. Ojalá ella así lo entienda y el funcionario concernido le dé un abrazo de solidaridad a esta valerosa dama; ese que, desde este espacio, llenos de afecto y munidos de una compasión infinita, le extendemos a ella y a todos los suyos. ¡Su difícil lucha no será en vano!.