Un arma letal vive en esta sociedad
Por
Diana L. Marulanda Bedoya
Politécnico Jaime Isaza Cadavid
Comunicación Audiovisual, noveno semestre
dianamaru150294@hotmail.com
Crecí pensando que lo peor de vivir en Colombia era que se trataba de un país arraigado en la violencia, que la guerrilla era el peor cáncer de la sociedad y que, desafortunadamente, nos había tocado vivir a nosotros el conflicto, anclados al subdesarrollo por esa misma razón.
Llegué a la universidad amando la profesión que apenas comenzaba a conquistar, convencida de que una comunicación más articulada podría cambiar en muchos aspectos la realidad del país. Sin embargo, fue en la misma universidad en donde entendí que evidentemente tenemos el peor cáncer que puede atacar a una sociedad: no se llama guerrilla, ni Farc, ni paramilitares; se denomina corrupción y hace a esta sociedad más desigual e inhumana.
Corrupción que se disfraza detrás de la cortinilla de la violencia y del conflicto con los grupos al margen de la ley. La sociedad pide más paz, ignorando que lo que debe reclamar es lo que verdaderamente tenga el poder de transformar este medio en el que viven.
La corrupción se lleva el dinero y detrás de ese dinero se genera deterioro en la infraestructura, carencias en la educación y en la salud, y empieza a regir una sociedad tan pobre que se escandaliza más por las luchas de la comunidad Lgtbi, que porque asesinen a un ser humano en la esquina de su casa.
En nuestro país, la corrupción sigue generando falta de oportunidades, que hace que las personas se inclinen por otras salidas, como conseguir por la fuerza todo aquello que por derecho les corresponde y que el poder les quitó, como la educación, el acceso a una salud digna y a vivir en una sociedad más humana y colaborativa.
Hoy muchos van detrás de lo que “se pueden ganar” y, lo peor, es que esto no les parecerá injusto con los menos afortunados: mientras ellos se enriquecen con cada peso, una casa de cartón es derrumbada por el agua; mientras ellos toman un peso que no les corresponde, un niño tiene que retirarse de la escuela para trabajar porque su familia necesita comer.
Mientras un corrupto se hace dueño de lo que le pertenece a la sociedad, una familia muere lentamente junto con su ser querido que padece una enfermedad terminal .
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