Columnistas

Un niño con un rifle

01 de septiembre de 2020

Kyle Rittenhouse tiene 17 años y el jueves en la noche asesinó a dos personas. Ataviado con un rifle semiautomático y guantes azules de látex, el joven estadounidense patrulló las calles de Kenosha en Wisconsin, mientras aumentaba el descontrol por las protestas sociales. Decía defender la propiedad privada, admirar a la policía y despreciar a los manifestantes. Cuando tuvo oportunidad disparó contra ellos. Luego del tiroteo, deambuló unos minutos más y se fue a dormir.

En sus redes sociales Rittenhouse se mostraba orgulloso seguidor de Donald Trump. Criticaba al movimiento Black Lives Matter. Alardeaba de su poder, de su filiación con la derecha y daba signos de ansiedad para actuar por su cuenta. La semana pasada, cuando las protestas volvieron a su estado tras los siete disparos que un policía blanco le propinó por la espalda al afroamericano Jacob Blake, tomó su rife y salió dispuesto a matar.

Tras la tragedia, las redes sociales se llenaron con videos gráficos de su ataque. Luego, otras imágenes lo mostraron caminando con su rifle delante de los policías. Nadie le hace preguntas, ni lo cuestiona, ni le pide papeles. Es, a la vista de esas autoridades, un niño que pone las cosas en orden. Horas más tarde, finalmente el menor fue detenido.

Con un país dividido, los asesinatos de Rittenhouse evidencian otra locura. La de un discurso que considera válida la forma en la cual actuó el menor de edad. Seguidores del presidente y periodistas de la cadena conservadora Fox News lo defendieron. Incluso con la sangre derramada, insistieron en que el atacante protegía a la comunidad de un grupo de vándalos y hacía lo que las autoridades demócratas no se atreven a hacer.

Ese es el Estados Unidos que Donald Trump ha creado y en el que sus admiradores se sienten seguros. Es el que quieren profundizar con la reelección. Así lo dejaron claro, paralelamente al tiroteo, desde la Convención Republicana al insistir en que, de perder las votaciones de noviembre, Joe Biden y su fórmula Kamala Harris traerían una “América insegura”.

Y el eslogan resultaría indignante si no fuese trágico. Si no se hiciera evidente la sinrazón de la arenga que venden los conservadores estadounidenses de “la ley y el orden”, en la que los niños patrullan con rifles, disparan a los protestantes, los matan y son aplaudidos porque así actúan “los patriotas”.