Columnistas

Una botella de ron... y el botín de los 80.000 millones

08 de agosto de 2017

Existe una ciudad dentro de otra ciudad donde la Hermandad de la Costa rige desde tiempos inmemoriales. Allí, la piratería está tolerada y los bucaneros visten trajes a medida y corbatas de seda. Por esta suerte de Tortuga acristalada, donde las palmeras han sido arrancadas para levantar rascacielos y los restaurantes de moda funcionan como viejos tugurios para beber ron y cantar tras un buen botín, pasan la mayor parte de las transacciones financieras del mundo. La City, la ciudadela amurallada por los romanos durante la formación de Londinium, tiene sus propias leyes y normas que juraron respetar los reyes ingleses siglo tras siglo. La milla cuadrada flaqueada por dragones es casi independiente de Londres pese a estar enclavada en su corazón y elige a su propio Lord Mayor por el sistema más enrevesado posible, que no es precisamente el sufragio directo. Gracias a la situación que le confiere la propia Magna Carta como el más antiguo gobierno de la isla, la City tiene un sistema impositivo independiente. Y no parece que esto vaya a cambiar, ya que a su regidor lo eligen mayoritariamente las empresas (por cada residente hay 43 personas trabajando en la vieja ciudadela) y los escasos habitantes de estos poco más de dos kilómetros cuadrados convertidos en el distrito financiero más internacional del planeta, más incluso que Wall Street.

Las rebajas fiscales que ofrece la City son tan golosas que casi todas las entidades financieras, aseguradoras y grandes fondos de inversión tienen base allí. Para que se hagan una idea: el pago de estas letras viaja irremediablemente de Medellín a Londres antes de llegar a mi cuenta española. Al margen del dinero que se distribuye en todo Reino Unido por la actividad del casi medio millón de trabajadores que cada día llenan esa milla cuadrada –la mitad de los empleados en el sector financiero de la isla– está la recaudación impositiva que genera la City. Según los datos facilitados por el estudio anual que realiza el propio gobierno de la City, la contribución tributaria de los servicios financieros en 2016 fue de 71.400 millones de libras (casi 80.000 millones de euros), 4,9 millones de libras más que en 2015, cuando se recaudaron 66.500 millones de libras (73.700 millones de euros al cambio actual), la mayor recaudación impositiva desde que se realiza este estudio. La contribución de los servicios financieros en toda la isla supone nada menos que el 11,5% de todos los impuestos que se recaudan en Reino Unido (medio punto más que en 2005). Por lo que respecta sólo a la propia City, genera 48.000 millones de libras anuales a la economía británica (53.230 millones de euros), el 3% de la riqueza del país y el 13% de la riqueza de Londres. Sus 455.000 empleados suponen el 9% de la fuerza laboral de Londres. En 2041, los informes de la City auguran que la masa laboral de la milla cuadrada crecerá un 32% hasta los 601.000 empleados si el Brexit no provoca una huida masiva de los servicios financieros de Londres.

Y es que, en un par de años Londres no formará parte de la Unión Europea, y no podrá seguir ejerciendo de base financiera de UE pese a no formar parte del euro. Esto ha desatado una feroz batalla para asaltar esta moderna «Tortuga» por parte de alemanes, holandeses, franceces, españoles y por otra base pirata enclavada en el corazón de Europa: Luxemburgo. Por el momento, los máximos competidores de Fráncfort parecen Ámsterdam y Luxemburgo, ambos por la baja presión fiscal que ofrecen para las grandes firmas. La prueba palpable es que el 45,9% de la inversión extranjera bruta en España provino en 2016 de Luxemburgo y Holanda (8.195 millones de euros y 7.397 millones, respectivamente), convirtiéndose ambos países en los dos mayores inversores en España, por delante de Francia, Reino Unido y Estados Unidos.

Todos afilan sus sables para quedarse con el botín de los 80.000 millones entonando la vieja canción pirata... «¡Y una botella de ron!».