UNA GERENCIA PARA LOS ASUNTOS SIN IMPORTANCIA
En las redes sociales se volvió tema de bastante preocupación el Acuerdo 300 del Concejo de Medellín, o como ahora lo llaman, Acuerdo de la Discordia, que otorga al alcalde de la ciudad amplias y desbordadas facultades para modificar la estructura del nivel central, crear establecimientos públicos y empresas industriales y comerciales del Estado. Igual que para hacer modificaciones presupuestales.
El Concejo de Medellín, sin mucho rigor conceptual en su discusión, le dio luz verde al alcalde Aníbal Gaviria para que haga lo que considere con la modificación de la estructura administrativa más importante de la ciudad.
Si el propósito de estas facultades especiales es hacer más eficaz el fortalecimiento de los equipos de trabajo mediante el modelo de operación por procesos, lo único que consigue es incrementar la burocracia, como ocurrió con las seis vicealcaldías y la creación de 567 nuevos puestos de trabajo, con un aumento anual en los gastos de funcionamiento cercano a los 40 mil millones de pesos.
El Concejo de Medellín se equivocó nuevamente y actuó de manera ligera aprobando, sin mucha planeación y con poco debate, el polémico Acuerdo 300. Inclusive sin conocer los verdaderos costos y el alcance real que tendrá dicha decisión. El tema exigía de los ediles un mayor rigor jurídico, técnico y financiero, por las posibles implicaciones económicas que para la ciudad puede acarrearle esta decisión.
Surgen muchas dudas, que sería importante hicieran parte de un debate político, como el inapropiado momento en que se propone la administración desarrollar esta reforma estructural, en un año de elecciones, entre otras inquietudes.
Aprovechando estas facultades el alcalde de Medellín anunció la creación de unos despachos que caen en lo absurdo, como la gerencia para la bicicleta. La ciudad y el medio ambiente reclaman más ciclorrutas y mayores recursos para el Instituto de Deporte y Recreación, pero que no sean la disculpa para más elevados y nuevos salarios.
Tampoco puede seguir inventándose necesidades para nuevas dependencias, cuando esos temas se pueden atender a través de las entidades ya establecidas. Cómo así, señor alcalde, que también quiere una gerencia para el paisaje, ¿acaso ese tema no se puede manejar a través de un despacho ya existente, como la Secretaría del Medio Ambiente? Así le evitamos más cargos públicos a la ciudad. ¿En dónde está la mesura en el gasto oficial?
Es por eso que el antipático Acuerdo 300 se parece cada vez más a los superpoderes que se le otorgan al presidente de Venezuela para evitar la discusión de sus decisiones en la Asamblea de ese país. Por eso, aquí en Medellín, al paso que vamos tendrán derecho a reclamar su propia gerencia con todo el respeto que me merecen, el gremio de los taxistas, al igual que los motociclistas e inclusive los vendedores ambulantes. Y no faltará la gerencia de asuntos sin importancia, para acabar de completar el paquete de nombramientos, en un año de intensa campaña política. Sí señor.