Una gran película
Haciendo un recorrido este año de las películas que más me impactaron, pensé en una en particular: Little boy, que presenta con sencillez un mensaje de esperanza en medio de las dolorosas noticias que golpearon el mundo en 2015 al que le quedan pocos días.
¡La guerra es un absurdo! ¡Separa a los padres de sus hijos, los envuelve en una incertidumbre y les roba muchísimos momentos de alegría en los mejores momentos de su vida! Esta afirmación, aunque real, podría parecer utópica y hasta ingenua. Pero en el fondo responde al clamor de miles de niños que afrontan este drama, obligados a separarse de sus padres, en medio de conflictos que nada tiene que ver con ellos.
“¿Qué puedo hacer para que mi padre vuelva a mi lado?”, fue la pregunta que se hizo Pepper Flint Busbee (Jakob Salvati), un niño de ocho años, más conocido como Little boy, que vivía en un pueblecito de California, en una historia que transcurre en la década de los 40.
Su padre había ido a la Segunda Guerra Mundial y él se preguntaba todos los días qué podía hacer para traerlo de regreso. Era como una punzada en el corazón que no lo dejaba descansar, que lo hacía levantarse cada mañana esforzándose por vencer la tristeza y la incertidumbre que lo atormentaban. Pues su padre era además, su mejor amigo, su cómplice, su héroe.
La actuación impecable de sus personajes es capaz de transmitir al espectador las vivencias que enfrenta una familia que tiene uno de sus miembros luchando en la guerra. La película cuenta además con una excelente fotografía, música, pero sobretodo con una trama que es capaz de remover en el espectador sentimientos de ternura, risas, emoción y especialmente, de lecciones llenas de sencillez y sabiduría.
Estas lecciones consisten en el mensaje universal de vivir el amor con los demás, de ser capaz de traspasar los muros del odio y la segregación, de perdonar más y juzgar menos, y de ver que aún en medio de la guerra y las diferencias culturales, el amor es más fuerte. Que las acciones básicas de caridad hacia los demás, si se hacen con amor y fe, pueden remover los corazones más duros y hacer cambiar las opciones más egoístas de pueblos enteros.
Little boy muestra cómo una fe tan pequeña como un granito de mostaza, puede mover montañas que a veces no nos dejan ver los valores esenciales que deben regir nuestra vida. Montañas de indiferencia, de odio, de miedo, de egoísmo. Montañas que, si las quitamos del camino, podremos hacernos más libres, más auténticos y hacer que el bien sea difusivo y que triunfe sobre el mal.
Cuando alguien opta por el amor en medio de la guerra, esta opción resalta mucho más y así lo muestra esta gran película en la que la lógica de un niño nos devuelve a lo esencial en medio de un mundo preso de un conflicto que es el resultado de muchas opciones egoístas personales.