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VEN, VEN, VEN...

17 de diciembre de 2018

Hoy iniciamos la novena al Niño Dios¡ Está cerca la Navidad! Este acontecimiento nos llena de gozo y de esperanza. Se renueva el amor y la ternura en nuestros trabajos y familias al contemplar el misterio de Dios que hace cercano al hombre la persona de JESÚS, que viene a revelarnos el amor y la ternura de nuestro Padre DIOS.

Lo que nos evoca la Navidad es precisamente un aire de familia, que muy pocas veces logramos hacer realidad. La familia es la que nos hace ser hombres y mujeres de bien, porque en ella se aprenden las lecciones más fundamentales: el respeto por la vida del otro, el perdón, la fidelidad. Alrededor de la familia el ser humano aprende a ser precisamente eso: humano. Cuando hablamos de humano no podemos pensar que es diferente de Dios, al contrario, cuanto más se acerca el hombre a Dios más humano se hace, porque lo más humano es lo que Dios ha dejado grabado como una huella imborrable en el corazón de cada uno.

Dios mismo se hace hombre en medio de una familia, para que comprendamos lo valiosa que es, tanto que hasta Dios mismo la necesitó para hacerse presente en medio de la humanidad. Necesitó de un calor de hogar, necesitó de una madre, de un padre. La Navidad nos invita a compartir en familia nuestros sentimientos de gozo y unidad bajo el amor del Padre común que nos reúne en el hogar en torno a Jesús. Llevemos ese espíritu a todos los ambientes que frecuentamos, a nuestros amigos y compañeros, al mundo que nos rodea a través de nuestras vidas llenas de esperanza, proclamando con sencillez y profunda alegría que Cristo ha nacido en nosotros. La Navidad es celebrar la realidad más profunda y preciosa que al hombre le pueda acontecer: Dios dejó de ser un Dios en las nubes y pasó a ser, Dios con nosotros.

La auténtica Navidad es compartir la alegría de tener a Dios con nosotros; reflexionar sobre lo mucho que el Padre Dios nos ama. “Alégrate llena de gracia”. ¡Qué alegría experimentar de nuevo en esta Navidad, que Dios nos ama infinitamente y nos invita a hacer de nuestra vida una ofrenda de amor a nuestros hermanos, manifestado a través de su encarnación en la Virgen María.

Sin la búsqueda cotidiana del rostro infantil de Jesús, el Hijo de Dios, en su Palabra, en la oración, en la Eucaristía celebrada y adorada, en los hermanos con los cuales Él se identifica, se deja espacio a la mediocridad, al aburguesamiento progresivo, al prevalecer de proyectos personales sobre aquellos comunitarios. Si queremos encontrar a Dios tendremos que buscarlo donde está. Él se ha hecho ser humano, se ha metido dentro de cada uno de nosotros. Está presente en cada persona que nos rodea: en los más necesitados, en nuestros familiares, en nuestros vecinos... por eso es imposible prepararnos para la Navidad olvidándonos de todos ellos y de las situaciones que forman parte de nuestra vida cotidiana. Feliz navidad! .