Vigilias y vigilantes
“Se busca interna”: hace unos días, una persona alucinaba al ver cómo alguien buscaba una empleada doméstica que solo saliera de la casa cada dos semanas. Sí, en serio. Uno pensaría que en estos tiempos cualquiera tiene derecho a su descanso semanal. Sin embargo, no ocurre siempre, porque para algunas empleadas vivir en casa ajena les resuelve asuntos elementales y por eso toleran algunos comportamientos. De acuerdo con la Ley 1595 de Trabajadores y Trabajadoras domésticos del 2012 y la adopción del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, el período de descanso semanal de estas personas deberá ser al menos de 24 horas consecutivas.
La Fundación Bien Humano, a través del proyecto “Hablemos de empleadas domésticas”, trabaja por ellas. Y dice que esta figura de la empleada interna tiende a acabarse porque muchos buscan personas que trabajen por días. Aunque en varios casos podría entenderse que una empleada viva en una casa, en otros es difícil porque uno escucha historias que parecen tomadas del libro “The Help”, de Kathrys Stockett, aquel libro que narra la vida de las “criadas afroamericanas” en Mississipi durante los años sesenta. Hay empleadas en Medellín que aún duermen en cuartos minúsculos y sin ventanas y solo pueden usar un baño aislado. Algunas comen en banquitos de madera y escondidas en la cocina y otras solo pueden salir a la calle con un uniforme que deje claro a la sociedad que no son parte de la familia que las lleva. Otras tienen que despertarse a atender niños o personas mayores mientras duermen y solo ganan un salario mínimo. Algunos empleadores dicen que a ellas “hay que tenerlas a raya porque cogen confianza y se apropian de la casa”. Independiente de las opiniones de cada uno, el descanso es humano y también libertad.
Robo a las 5:00: No es un recurso literario decir que ocurrió a las 5 de la tarde. A esa hora fui testigo de un robo esta semana mientras bajaba por la Vía Los Balsos. Para cumplir el propósito oscuro de robar una moto, dos hombres tocaron a un mensajero con una pistola plateada y me apuntaron a mí que veía el suceso a través de la ventanilla de un carro. Impotencia, nervios. ¿Qué hubiera pasado si...? Con la Navidad prematura y el espíritu de compra que perturba a tantos, aumentan los robos, somos vigilantes y hay preguntas: ¿En la sociedad de consumo lo difícil es vivir de forma sencilla?
Vigilia: Juan Diego Mejía, Sergio Restrepo, Samuel Castro, Octavio Arbeláez y otros más se reunieron desde las 8 p. m. y hasta las 8 a. m. en el Teatro Pablo Tobón Uribe para conversar, leer y pedir un acuerdo de paz. Claudia Restrepo, quien ha ocupado varios cargos públicos, leyó este texto de Thich Nhat: “somos uno tanto con nuestros amigos como con nuestros enemigos, con aquellos que sufren y con aquellos que causan sufrimiento”. Según este autor y junto con la conciencia, el sentimiento de unidad es el más importante para transformar una sociedad. No se trata de ellos y nosotros, aquí estamos todos. Que vengan más lecturas grupales en otros sitios públicos de la ciudad.