Y la seguridad ciudadana, ¿para cuándo?
Por Andrés Felipe Serna Vélez
Universidad de Antioquia
Historia, semestre 8
andres.sernav@udea.edu.co
La seguridad pública de Medellín está en riesgo. Si bien en la última década se han adelantado esfuerzos para mejorar la capacidad institucional, combatir la inseguridad (homicidios y crimen organizado) y reducir factores de violencia en la convivencia ciudadana, las estrategias solo han demostrado un leve desgaste de las estructuras criminales y la consolidación de un para-Estado presente en todos los barrios de nuestra ciudad.
No se trata de alarmismo social o del miedo generalizado que pueden provocar las noticias sobre robos o asesinatos en los medios de comunicación, sino de la palpable realidad del día a día. Basta con preguntarle a alguna víctima sobre el robo de su vehículo, celular o documentos, para comprender el pesimismo generalizado frente a la legitimidad del Estado y la deficiente respuesta ante estos casos.
Se debate sobre si la solución reside en la prevención o represión, y su relación en la consonancia de lo policial, penal y judicial ante las amenazas latentes a las que estamos expuestos. Por supuesto, el primer paso debería ser una verdadera voluntad política que permita que la seguridad pública no sea un mero elemento discursivo anexo a las campañas electorales. De nada valen entonces los modernos sistemas de vigilancia o un patrullaje constante, cuando nuestros líderes no gestan los cambios necesarios en las doctrinas de la defensa de los medellinenses.
El reto radica en los distintos niveles de corrupción entre los funcionarios públicos y quienes atentan contra nuestro bienestar, sin mencionar la normalización del control territorial y la violencia impuesta por quienes son ajenos a la ley y el orden. Es menester recordar que nuestra vida, propiedad de nuestras familias está en riesgo, y por eso debemos tener cero tolerancia contra el no apropiado desarrollo de las obligaciones que tiene el Gobierno Nacional y local para con sus habitantes.
Un mar de dudas deja por otra parte la labor de la inteligencia policial y el perfilamiento de los individuos que cometieron y pueden volver a cometer todo tipo de crímenes. Inclusive es casi de conocimiento público en cada barrio quiénes y bajo qué mando atacan las personas en las calles y es una burla que a su vez el sistema judicial los ampare y otorgue constantemente la libertad.
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