“YO SOY EL PAN DE VIDA”
Este domingo, la Palabra de Dios sigue centrada en el Discurso del Pan de Vida. Destaquemos algunas inquietudes del evangelio de hoy, provenientes de los judíos que criticaban a Jesús, por afirmar que era el Pan de vida; que provenía de Dios. Digamos que ciertas expresiones de Fe, del texto; no son “simplemente normales” y nos hacen pensar.
No es normal que una persona nos diga que él es el pan de vida; que quien coma de ese pan tiene vida eterna y que nadie puede ir a él, si el Padre no lo lleva. Creer no es tan fácil, necesitamos la gracia.
A muchos hombres y mujeres, “creyentes”; bautizados desde niños; que recibieron una formación cristiana ancestral, les parece normal creer. Asumen estas afirmaciones de Jesús como sentencias espirituales, no materiales, para aceptar la identidad del Hijo de Dios, desde la fe.
Hoy, estas personas son cada vez menos. Para muchos, estas creencias no son tan evidentes o normales como parecen. De hecho, la fe no es lo más normal o corriente del mundo. Es un don, ni exigido ni merecido, un don extraordinario.
Ser cristiano no es connatural al “ser humano”. ¡Es pura bondad de Dios! Es el don de sí mismo de Dios. La afirmación de Jesús: Yo soy el Pan (alimento) de vida, no puede entenderse, si prescindimos de la fe. No es simplemente normal y no está libre de inquietudes o críticas, hoy.
Pablo, así lo confirma: la Fe no es algo natural y espontáneo. Es un “don inmerecido”, que no se fundamenta en el conocimiento humano. Solo así podemos comprender lo que parece normal pero realmente ¡no lo es! “Nadie puede llegar a Jesús, hijo de Dios, pan de vida, si Dios no se lo concede como Don y Gracia”.
Todo ser humano tiene como realidad ineludible la muerte. Esta sí es normal. La muerte aparece como “un frontón ineludible” (Savater), contra el que nuestra manera de ver la vida por muy “creyentes” que seamos, nos rebota para reubicarnos una y otra vez en esta vida mortal.
Solo para el “verdadero creyente”, hombre o mujer en el Espíritu, Jesucristo es el Pan de vida, y no solo ahora en este tiempo que vivimos, sino para siempre, porque solo en Él se tiene vida eterna.
Una de las mayores paradojas del hombre contemporáneo está en su deseo de pasar de largo...; de arrojar a Dios del horizonte de su vida y conciencia. Fue una tragedia para la humanidad, haber sido expulsados del Paraíso -de la vida verdadera-. Solo Dios nos recuperó en Jesucristo: Vida eterna-pan de Vida.
Con la pretensión de sacar a Dios de nuestra vida, estamos logrando retornar al origen de nuestra tragedia. Cuando no se escucha o reconoce a Dios, solo nuestros intereses egoístas: la muerte; perdiendo el pan de vida que solo Dios puede dar.