Columnistas

Zaqueo

28 de octubre de 2016

Admirable contador de historias, Lucas, el evangelista. Su modo de narrar hace patente a un viajero avezado del mundo interior, donde ocurren las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma, según Teresa de Jesús.

Un día aparece Zaqueo en su horizonte. Lucas necesita organizar el lenguaje para presentar en trazos simples su estampa inmortal. Hombre rico, de baja estatura, jefe de publicanos, cobrador de impuestos, no rara vez extorsionista por hacer del dinero su razón de ser.

Con todo, este hombre Zaqueo lleva en el alma un anhelo secreto de infinito que lo trajina por dentro y por fuera sin cesar. Anhelo que estalla de repente con la noticia del paso de Jesús, a quien Zaqueo decide ver aun al precio de las burlas por subirse a un sicomoro a causa de su pequeñez. Le basta su noticia para sintonizar con él en lo más íntimo del corazón. No es mera ilusión la sospecha impalpable de algo más.

A Jesús le intriga tanto la inquietud de Zaqueo, que, al pasar, su mirada se vuelve a él con esta invitación: “Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”. Un rayo invisible estremece a Zaqueo de la cabeza a los pies. La sorpresa de lo innombrable llega de repente hasta su más profunda intimidad.

La sintonía de estos dos seres antagónicos deja perpleja a la multitud. Inimaginable el desacierto “de ir a hospedarse a casa de un hombre pecador”. El acontecimiento trascurre con la velocidad del rayo. “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más”.

Un vuelco total en la vida de Zaqueo. Su nuevo comportamiento queda atestiguado en sus palabras, ratificado por las palabras de Jesús. “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19, 9-10).

Lucas es maestro de la novela histórica. En el realismo mágico, la realidad está al servicio de la fantasía. Por el contrario, en el novelista Lucas, la fantasía está al servicio de la realidad.

Lucas no inventa nada. A sus ojos les basta con mirar. La realidad que descubren tiene en un corazón de oro su fuente de inspiración. Jesús, Dios hecho hombre, con una mirada y una invitación eleva al hombre de la tierra al cielo, de pecador a santo.

Novela histórica el evangelio de Lucas. Leerla, ¡la salvación! .