Redes Sociales

Lograr una selfie, diversión que cobra vidas

¿Le obsesionan las autofotos? Cuidado, la adicción se volvió un fenómeno que ha causado tragedias.

Periodista venezolana y colombiana. Afín a los debates políticos. Corazón Vinotinto y Culé. Desde cualquier trinchera, la lucha es la misma: la democracia. Redactora en la unidad de Interacción y Comunidad en El Colombiano.

10 de diciembre de 2015

La obsesión por las selfies (autofotos) llevó en mayo a la muerte a Anna Ursu, una rumana de 18 años. Hipnotizada por la pantalla de su celular y montada en el techo de un tren en la estación de Iaşi, ciudad del noroeste de Rumania, no se percató de su proximidad a un cable de alta tensión de 27.000 voltios y murió incinerada.

No se trata de un caso aislado. En 2015 se han registrado por lo menos 12 muertes en el mundo producidas al intentar obtener una selfie fuera de lo común. Por eso, el Ministerio de Interior de Rusia publicó en julio, en los diferentes medios de comunicación, una guía para “sacarse fotos con el celular de forma responsable”.

¿Por qué arriesgar la vida por una foto? El psicólogo Juan Esteban García afirma que “las redes sociales son un fenómeno generacional”, por lo que el empeño de los jóvenes de tener vida digital en una o más plataformas los obliga a mantenerlas actualizadas con la autopromoción constante, un esfuerzo que los hace susceptibles a un tipo de adicción: la del “reconocimiento social”, la cual estaría potenciada en un “me gusta” en Facebook o en corazones rojos en Instagram, por ejemplo.

Fotos que enmarcan rostros bonitos, cuerpos tonificados y autoretratos, desde paisajes o lugares hermosos, se suben a diario en las redes, por lo que cada vez más, es un reto sorprender, aspecto que García destaca como el causante de una nueva necesidad: “Las personas sienten que deben agregarle novedad a sus selfies para hacerlas más populares, por eso recurren a mostrar sus aventuras extremas como componente de impacto en sus fotos”.

Por la fama

Subir fotos desde las alturas es una tendencia entre los usuarios más extremos. Estos esfuerzos por documentar qué tan valiente es alguien desafiando el vértigo han dejado víctimas en Estados Unidos, México, España, Noruega, Gales y hasta en el Tah Mahal; lugar en donde murió un turista japonés de 66 años tras una caída.

El británico James Kingston, de 25 años, es uno de los más destacados exponentes de las selfies extremas y el pasado 8 de noviembre volvió a ser noticia tras burlar la seguridad de la Torre Eiffel de París (Francia) y tomarse una arriesgada autofoto arriba de los 300 metros de esta icónica estructura.

Su hazaña quedó documentada en un video de cinco minutos de YouTube, en el que se escucha su respiración acelerada mientras escala hasta la cima. En cinco días la grabación obtuvo 1.499.586 reproducciones.

“El hombre araña”, como se le apodó en 2013 luego de sacarse fotos desde lo alto de una grúa en Inglaterra, es ahora famoso y en su cuenta en Twitter @JamesLKingston tiene 26.090 seguidores, mientras que en su perfil de Instagram (thejameskingston) le siguen un total de 145.200 usuarios.

Este británico no es el único que recibe halagos por retratar lo valiente que puede ser, pues en Instagram podrá encontrar una amplia galería de fotos de este tipo agrupadas bajo la etiqueta #exthetics. En total son 4.970 publicaciones en las que el vértigo es la única temática y los corazones rojos, como signo de aprobación o agrado, se multiplican.

Para reflexionar

A las selfies desde lugares insólitos se le suman también las que logran los arriesgados mientras conducen un carro, y que terminan en graves accidentes.

Un caso que resultó fatal fue el de Courtney Sanford, de Carolina del Norte, quien murió en abril de 2014 segundos después de publicar una selfie en Facebook, mientras manejaba su carro, con una nota diciendo que la canción “Happy”, de Pharrell, la hacía feliz. Chocó contra un camión y su auto se incendió.

El psicólogo Juan Esteban García advierte que el tema es de reflexión y revisión pues no es el hecho de capturar un buen recuerdo lo que está cobrando vidas, sino el sentido que los jóvenes le están dando a esta práctica. “El problema es que las selfies sean cada vez tomadas con un sentido hedonista”.