Marie Curie, una dama radiactiva
Hoy se cumplen 150 años del nacimiento de una de las físicas y científicas más importantes del siglo XIX. Parte de su vida ha sido recordada en la serie de Einstein.
Científica
Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.
La escena comienza con una mujer observando con detenimiento una caja negra en un laboratorio. En los créditos, la leyenda: París, Francia. 1894.
Un hombre llega y pregunta si puede ayudar en algo. Ella se asusta y le responde con otra pregunta: si esa caja era un compartimento piezoeléctrico original. El hombre la mira con sorpresa y al indagar por su nombre recibe una apreciación: “como dispositivo rudimentario era muy eficaz pero sería mucho más preciso con la visión de un electrómetro de cuadrante y una cámara de ionización”.
Así presentan en televisión, en la serie Genius: Einstein del canal Nat Geo el primer encuentro entre Pierre Curie y Marie Sklodowska, con su apellido de soltera. Luego fueron los esposos Curie, la pareja de físicos y científicos más reconocida de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Imposible no mencionarlos en la serie sobre Einstein. Marie y Albert fueron amigos.
Hoy se cumplen 150 años del nacimiento de Marie Curie, la primera mujer en ganar un premio Nobel, se llevó el de física en 1903. Y la primera persona en conseguir dos de estos galardones en distintas especialidades. También recibió el de química en 1911.
En la serie muestran como ella y su esposo trabajaron siempre muy unidos. Eso fue tan evidente que cuando este murió en un accidente en 1906 con solo 47 años, lo atropelló un coche de caballos, Marie vivió una tristeza tan profunda que rayó en la locura.
Así lo describió al diario El País de España la escritora española Rosa Montero al hablar de su libro La ridícula idea de no volver a verte que nació luego de leer el diario de la científica. “Marie Curie se volvió loca durante un tiempo. Era una personalidad complejísima”.
Cuentan que le prohibió a sus hijas mencionar a Pierre en su presencia y que guardaba en su clóset ropa con restos de sesos de su marido, “a los que tal vez besaba”. Tan grande era su dolor. Montero incluyó en el último capítulo de su libro ese diario de Marie Curie, escrito en el transcurso de los doce primeros meses después de la muerte de su esposo.
La radiactividad
Basados en los experimentos del científico francés Antoine Henri Becquerel en 1896 los esposos Curie siguieron investigando ese fenómeno de radiación extraña en el que el uranio era protagonista.
A ellos se les atribuye el descubrimiento del elemento con número atómico 84, el Polonio (Po) y el Radio (Ra), con número atómico 88.
Entre átomos, neutrones y protones, inventó máquinas móviles de rayos X, especialmente para que los cirujanos pudieran tener radiografías de manera más rápida en la Primera Guerra Mundial. Sus descubrimientos también ayudaron a concretar la radioterapia en el tratamiento contra el cáncer pero por otro lado los daños de la radiación en la salud. Conocer con detenimiento el Radio generó un gran impacto en la ciencia y la medicina.
La misma Marie evidenció en su cuerpo los daños de la exposición radiactiva por tanto tiempo. Murió, a los 66 años, de anemia aplásica, que le atribuyen por las radiaciones a las que estuvo expuesta en sus trabajos. En esa época no había tanta seguridad como ahora y ella ignoraba los efectos. Cuentan que en sus bolsillos, los cajones de su escritorio y en general su laboratorio, estaba lleno de materiales radiactivos. Ella se movía entre ellos como si fuera un elemento más, una mujer radiactiva.
Ser pionera, su habilidad
Montero narra cómo Curie fue pionera en tantas ramas que es complejo mencionarlas todas. Es de resaltar que lo hiciera en una época en la que la mujer era tenida en cuenta para otras actividades lejanas a la ciencia y la academia.
“Fue la primera en licenciarse en Ciencias en la Sorbona, la primera en doctorarse en Ciencias en Francia, la primera en tener una cátedra (...) Una pionera absoluta. Un ser distinto. También la primera mujer en ser enterrada por sus propios méritos en el Panteón de Hombres Ilustres (sic) de París”, escribió Montero.
En ese panteón de hombres fue la única mujer hasta 2015 cuando el presidente francés Francois Holland incluyó a dos heroínas en tiempo de guerra: Geneviève de Gaulle-Anthonioz y Germaine Tillion.
Antes era solo ella entre Voltaire, Rousseau, Víctor Hugo, su amado Pierre y Paul Langevin, otro científico con quien vivió un romance años después de la muerte de su esposo.
El legado de los Curie siguió con sus hijas, una de ellas también Premio Nóbel de Química en 1935, Irène Curie quien con su esposo descubrió la radiactividad artificial. Su segunda hija Ève Denise Julie, no se dedicó a la ciencia, fue pianista, periodista y activista.
De Curie quedan además del instituto y el asteroide que llevan su nombre, sus descubrimientos e ímpetu para abrirse paso en un mundo dominado por los hombres. “Una mujer fascinante, cosa que por otra parte le ocurre a casi todo el mundo, porque es un personaje anómalo y romántico que parece más grande que la vida”, concluyó Montero en su libro.