La ciencia de reírnos: produce conexión neuronal y sincronía con los otros
La posibilidad de reírnos aumenta 30 veces más cuando los humanos están en grupo. La ciencia apunta a que reír sincroniza las ondas cerebrales de las personas y aumenta la complicidad.
Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana. El sueño de ser médica lo cumplí haciendo periodismo de salud. También escribo sobre ciencia y de vez en cuando cultura.
Los seres humanos aprenden a reírse primero que a hablar. La risa está asociada con lo espontáneo. Llega de golpe ante una situación o conversación que nos hace gracia. Es una acción más conocida cuando están otros: soltar la risa es 30 veces más probable si hay personas alrededor con las que interactuamos, según el neurocientífico Robert Provine, quien fue docente investigador de psicología y ayudante de dirección del programa de neurociencia de la Universidad de Maryland, Estados Unidos.
El científico estudió la risa y otros mecanismos neurológicos del comportamiento y publicó (tiene entre alrededor de 50 publicaciones) su libro Laughter (Risa). Describió la risa como un pegamento social para afianzar las relaciones entre un grupo, una acción excesivamente humana que conecta a las personas, que hace que desaparezca el sentimiento de soledad, trayendo beneficios sociales y neurológicos.
Un cerebro social es más saludable que uno solitario. Estamos diseñados para estar en manada, como lo explicó la neuróloga Martha Isabel Martínez Zamora.
De la risa se sabe que está relacionada a las vocalizaciones de juego de los primates —también se ríen—, está asociada a la diversión, su sonido es corto, se repite en intervalos regulares que duran aproximadamente 75 milisegundos, la risa femenina es más aguda con una frecuencia promedio de 500 Hz y la masculina es más grave y oscila alrededor de los 289 Hz.
Recientemente, las científicas Stefanie Höhl y Carolina Pletti, investigadoras de la Universidad de Viena, trabajan en el proyecto Laughing Together, financiado por la Unión Europea para abordar la felicidad de una manera distinta. “La risa es crucial para nuestra experiencia humana de coordinarnos e interactuar con otra gente, pero no sabemos demasiado al respecto”, dijo Stefanie Höhl en una entrevista para El País de España.
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Las científicas emparejan a personas para estudiar su actividad cerebral al momento de reírse mediante videos graciosos. Han descubierto que la actividad cerebral es rítmica y que cuando dos mentes se sintonizan en la misma longitud de onda, procesan la información rápidamente. Como resultado hay una comunicación fluida, mejorando la interacción en la conversación.
La psicóloga Juliana Santamaría Sáenz explicó que reírse favorece la producción de las hormonas, como la dopamina y la serotonina, a medida que también disminuye el cortisol, la hormona del estrés.
“Al reír sí hay una sincronización mental o de conducta porque con la risa el inconsciente se relaja y no tenemos que pensar cómo estamos actuando y quedamos con ganas de seguir vinculándonos. Reír en grupo produce también la sensación de sentirnos entendidos, hay complicidad con el otro, porque si los demás se ríen eso significa que lo que a mí me pareció gracioso, también a ellos”, explicó.
La sincronización cerebral
Las científicas europeas, atraídas por el misterio de la risa, investigan cómo interactúan en tiempo real dos cerebros que ríen al mismo tiempo de lo mismo. “Es un verdadero signo social y, en términos de investigación, es la pieza que falta del puzle”, expresó Höhl para El País de España.
A partir de imágenes cerebrales las científicas quieren descubrir si reírse en grupo puede estimular la sincronía cerebral. Los primeros resultados en adultos comprobaron que sí aumenta la sincronía pero no durante mucho tiempo. La sincronización de las ondas cerebrales solo dura alrededor de cinco minutos.
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Las mujeres esperan ampliar su estudio: quieren descubrir qué impacto tiene la personalidad de las personas al momento de reír y experimentar no solo con personas aleatorias, sino también con personas que ya se conocen y que tienen una complicidad construida.
Algo similar hacía el neurocientífico Robert Provine, quien al describir su método de estudio explicaba que se sentaba a observar a las personas en lugares públicos. El hombre declaró “haber acechado primates humanos en avenidas y centros comerciales para observarlos como Jane Goodall observó chimpancés en el bosque de Gombe”. Él anotaba las interacciones entre personas y contribuyó a todo eso que se conoce hoy en día como la ciencia de la risa.
La Mayo Clinic recomienda que las personas se rían. Entre sus beneficios a corto plazo explican que estimula varios órganos, como los pulmones al tomar aire con alto contenido de oxígeno, estimula el corazón, los músculos y aumenta las endorfinas que se liberan en el cerebro. “La risa desenfrenada enardece los ánimos y luego reduce el estrés. Puede aumentar y disminuir la circulación y ayudar a relajar los músculos”, explicaron desde la clínica estadounidense.
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A largo plazo, mejora el sistema inmunitario, alivia el dolor, aumenta la satisfacción personal, facilita el afrontamiento a las situaciones difíciles, le ayuda a conectarse a otras personas, mejora el estado de ánimo y puede ser un apoyo para las personas con depresión y ansiedad. También pueden mejorar el autoestima.
La psicóloga Juliana Santamaría se refirió a la importancia de reír en grupo, pero también mencionó lo necesaria que es la sonrisa: “Es la apertura emocional hacia el otro con gentileza. Le estoy dando al otro permiso para entrar, tener una conversación agradable, decirle con ese gesto que me agrada su presencia y que me siento cómoda”.
Soltar una carcajada trae muchos beneficios, tanto físicos como mentales y sociales. Recuerde reunirse con su grupo de amigos de vez en cuando, o reírse con sus compañeros de trabajo. Una risa no le vendría mal a nadie.