Tecnología

En el espacio hay satélites del tamaño de una tostadora

Construir un nanosatélite y ponerlo en órbita puede costar mil millones de pesos.

Periodista de la Universidad de Antioquia. Interesado en temas de tecnología y cultura. Disfruto del cine y la música.

04 de junio de 2015

En el espacio hay distintos tipos de satélites, sus tamaños pueden parecerse al de una camioneta, una lavadora o al de una tostadora, si es el caso de los más pequeños que son conocidos como nanosatélites.

Para tener registro de la Tierra y aprender más sobre eventos meteorológicos como huracanes, para constatar la existencia de un bosque o comprobar que desapareció. Esos son algunos de los usos que se les puede dar a los nanosatélites, según Alvar Sáenz Otero, director del Space Systems Laboratory del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

“Aún no tienen usos comerciales, todos se construyen con fines investigativos. Por ejemplo para tomar fotos, o hay otros que usan infrarrojos que nos ayudan a detectar el calentamiento o enfriamiento de la Tierra, o tienen rayos x para ver la cantidad de humedad en la atmósfera”, comenta Alvar.

El que tienen en el laboratorio donde Alvar trabaja se llama MacroMas. A algunos podría parecérseles a una torre armada con fichas de Lego, o tal vez a esas que se hacen jugando Jenga. Pero es un nanosatélite que estará aproximadamente 400 kilómetros lejos de la tierra, donde aún hay atmósfera pero no están dadas las condiciones suficientes para que un humano respire.

Un viaje desde la tierra

Como MacroMas, otros nanosatélites viajan como carga secundaria en grandes cohetes hasta llegar a la órbita baja de la tierra, ya que por su tamaño no pueden permanecer más allá de ella,

De ese modo, cuando se va a enviar un satélite superior al espacio, en vez de poner bolsas de arena o pedazos de plomo, ubican nanosatélites, ya que se necesita una masa muerta en el cohete para generar balance. Después del despegue del cohete, este se separa del satélite de mayor tamaño y se queda en la órbita baja para expulsar los nanosatélites.

Ya en el espacio, la propulsión es el sistema que permite que el nanosatélite se desplace linealmente, que cambie de un lugar a otro; esta puede ser química o eléctrica. La química se da mediante un elemento que provoca una reacción química y que genera la explosión que empuja el satélite. “Este tipo de propulsión es muy fuerte y permite subir rápido pero por poco tiempo”, dice Alvar.

Para él, la masificación de los nanosatélites está cerca. Según cuenta, una vez se puedan enviar un mayor número aumentará la cantidad de información que recopilen por medio de universidades y gobiernos para que estos la pongan a disposición de la gente.

“También se dice que van a a ser suficientemente baratos para que haya una competencia real, eso será cuando tengan más o menos el precio de un auto”, concluye Alvar.