Tecnología

Hasta la ropa es inteligente ahora

La tecnología puede hacer que su camisa cambie de color o incluso informe si está enfermo.

Periodista de la Universidad de Antioquia. Interesado en temas de tecnología y cultura. Disfruto del cine y la música.

28 de julio de 2018

Como si con los celulares, los carros y los relojes no fuera suficiente, la tecnología también llegó a la ropa. Un sensor NFC, tipo el que tienen los smartphones para pagar acercando el teléfono a un datáfono, es el mismo que les permite a quienes tengan una camiseta conmemorativa del último partido de Michael Jordan, hace 20 años, ver un documental.

El sensor está debajo de la etiqueta, específicamente detrás del logo de una aplicación llamada NikeConnect, y que al tocarse con el celular (que también debe tener la tecnología NFC) lleva al usuario al contenido de la serie biográfica The Last Dance, en la que Jordan es el protagonista.

Este es apenas uno de los desarrollos de los que podría denominarse vestuario inteligente y que en un futuro, que no va más allá de 10 años, va a cambiar la manera en la que la ropa le sirve al cuerpo.

La evolución

Si se aplica la prospectiva, es decir la predicción del futuro con hechos, a los textiles, explica Óscar Hernández, docente de La Colegiatura y experto en este campo, se encuentra que el desarrollo se ha dado a grandes pasos. La aplicación de la tecnología llevó precisamente a que aparecieran los textiles inteligentes, y esto se ha dado en varias etapas.

En la primera –explica él– se le agregaron propiedades de detección de condiciones medioambientales y de estímulos, tales como protección a rayos ultravioleta, multicapas para protección del sudor, recubrimientos para adaptación térmica y tratamientos para evitar procesos de lavado.

En la segunda se les da la posibilidad de detectar y actuar frente a una determinada situación, como materiales crómicos, es decir, que sufren cambios de color al someterse a estímulos externos de luz, calor, corriente eléctrica o humedad. Otros son los que usan materiales luminiscentes, que son los que emiten luz con estímulos externos y que ha traído vestidos de fibra óptica.

La tercera etapa, sigue Hernández, será la de los textiles ultrainteligentes, que trabajan como un cerebro. “Tienen capacidad cognitiva, razonan y reaccionan, siendo el resultado de diversas áreas del conocimiento, entre los que encontramos la mecánica estructural, la inteligencia artificial y la biología”. Sus componentes, por ejemplo, incluyen sensores que detectan las señales del cuerpo o actuadores que responden a las del movimiento o ruido.

En este momento hay materiales que sienten los cambios físicos y se adaptan, los que administran la energía calorífica o las telas que detectan signos vitales e informan de anormalidades. Y con eso se sueña, aunque ya hay avances importantes.

Algunos ejemplos

Diversas compañías trabajan en eso, así como instituciones educativas y, en general, el sistema productivo de moda.

Aliados estratégicos de diferentes países, como Estados Unidos, Tailandia, Francia e Italia, le permitieron a la empresa Cotton USA, que estuvo en Colombiamoda esta semana, desarrollar tecnologías para que el algodón tenga propiedades diferentes, entre ellas, una que retiene la humedad.

De ese modo, cuando las personas sudan, si la prenda está hecha con esos insumos se retrasa la aparición del temible mapa y se evita la generación de bacterias en esa zona y por lo tanto no hay mal olor. Lo que le ponen a la tela, explica Catalina Rubiano, coordinadora de sourcing program de Cotton USA, se llama piritiona de zinc, un material usado en algunos desodorantes.

En Medellín, la Facultad de Diseño de Vestuario de la Universidad Pontificia Bolivaria tiene un énfasis en vestuario especializado, que según el director académico, Mauricio Velásquez, se relaciona con los desarrollos tecnológicos aplicados a la prendas.

Adicionalmente hay un semillero de investigación con una línea en tecnologías vestibles, “en el que estamos pensando constantemente en desarrollos y aplicaciones para la indumentaria”. Velásquez destaca que se investiga sobre textiles inteligentes y tecnologías aplicadas y nano (las muy miniatura), así como se estudia el uso de sensores.

Ese trabajo ha tenido buenos resultados. Hace unos tres años realizaron un proyecto con la Liga de Gimnasia Olímpica de Antioquia en el que el reto fue cómo no aumentar el grado de dificultad, por medio del traje, del rendimiento de los atletas.

“En Colombia la antropometría o la anatomía de los deportistas es muy diferente a la de los internacionales. En ese caso diseñamos unas piezas que ayudaban a optimizar el performance y la movilidad de quienes practican este deporte”.

De ese trabajo, cuenta el director, salieron dos patentes, las primeras en indumentaria: un guante y un pantalón especializado. Con su creación optimizaron el rendimiento de los atletas logrando el control de la humedad, la termoregulacón y la prevención de lesiones.

“La innovación está en un diseño que permitiera el transporte de humedad y la compresión muscular a partir del desarrollo a nivel del patronaje y la aplicación de materiales comerciales con tecnologías ‘dryfi’, filtros UV y costuras termofusionadas”, explica el director.

Conseguirlas requirió investigación, el desarrollo del material y el estudio biomecánico del deporte para diseñar una prenda que se adaptara perfectamente a esa estructura muscolesquelética de cada deportista.

Investigando, así también se consiguió, cuenta Rubiano, que una prenda funcione como un dispositivo médico. “Luce como una sudadera, pero está haciendo un control de la circulación sanguínea” explica. Según ella, No solo le da a quien la use la comodidad del algodón, sino las ventajas de tener ese control médico.

¿Y en el futuro?

Según Velásquez, quienes trabajan en este campo esperan que la tecnología cambie drásticamente la forma en la que la población se viste usando prendas que podrán comunicarse con las personas o entre ellas, que reaccionarán a las condiciones del medio ambiente y adaptarán el cuerpo a esas características, o que le avisarán a los usuarios las condiciones ambientales; también habrá unas con las facultades para cambiar de textura y de colores.

“En unos 5 a 10 años veremos todos esas modificaciones en esa red que va desde la fabricación hasta el producto final para el usuario”.

Ya hay ejemplos iniciales. La startup (compañía tecnológica emergente) Hexoskin, con sede en Montreal, desarrolló una camiseta biométrica para usarse mientras se hace deporte con el fin de que esta, gracias a los sensores que tiene, monitoree la frecuencia cardiaca y respiratoria, además de las calorías quemadas.

Eric Blue, fundador de ActiveOS, experto en dispositivos ponibles y salud móvil, la aprobó y contó su experiencia en redes sociales. ¿Cuál es el interés de ponerle a la ropa chips que den esa información? Según lo dijo Blue, la recolección de datos personales es el futuro, y para eso no solo se usarán los dispositivos móviles sino también las prendas de vestir, pues con solo llevar una camiseta o unos tenis inteligentes se obtendría información de la salud o el estado físico de alguie.n.

De esta manera, concluye Óscar Hernández, el futuro de los textiles puede llevar a contextos vistos solo todavía en las películas de ficción: trajes sin tallas que se adaptan al cuerpo, prendas que no se tienen que lavar y se limpian solas o que cambian de color porque el que las lleva puestas se aburrió del rojo al mediodía y ahora quiere azul