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Abrir múltiples oportunidades para los habitantes de calle

Un proyecto que arrancó llevando comida a los que no tenían cómo conseguirla, ahora les está ayudando a encontrar empleo.

05 de abril de 2021

Cristian sonríe, con un poco de timidez, cuando una de las jóvenes le dice: “¡qué ojos tan bonitos tiene!”. Él es uno de los habitantes de calle que hace que la labor que desempeñan Isabel González y Sofía Montoya cada semana, tenga sentido.

Todo comenzó hace un año cuando la pandemia originada por la covid-19 hizo que muchas personas que viven del día a día no tuvieran qué comer y tampoco cómo alimentar a sus familias. Así que “decidimos empezar entregando sándwiches. Luego, incluimos una bebida y unas galletas. Después pedimos donaciones económicas a conocidos para poder alimentar a muchas más personas”, dice González.

El proyecto fue bautizado como Los que comen y comenzó a crecer poco a poco. Inicialmente, las dos arrancaron ayudando a vendedores ambulantes, recicladores y habitantes de calle, y eran cada vez más las personas y empresas que se estaban sumando, aportando comida para alimentar a todo aquel que lo necesitara, como Cristian, quien les ayudó un día a organizar a los demás durante una jornada de repartición.

Aunque no sucede muy a menudo, él se quedó un rato conversando con ellas. “La vida da muchas vueltas y esa sonrisa, su mirada y su bondad reflejan todo lo vivido. Nosotras agradecemos el encuentro con personas como él, que nos enseñan el verdadero motivo de nuestra labor y la importancia de los pequeños detalles”, escribieron Isabel y Sofía en su página de Instagram (@losquecomen), luego del encuentro.

Un trabajo de corazón

Para González, la acogida que ha tenido el proyecto tiene una clave especial y es que “creemos que lo logramos porque es algo que hacemos con todo el corazón y cuando uno hace las cosas con amor, la gente lo nota y les gusta”.

Actualmente en su cuenta de Instagram cuentan con más de 1.000 seguidores, allí cuentan las historias de las personas y familias que han ayudado durante este año. También suben videos donde hablan sobre la situación de los habitantes de calle, que son cerca de 3.500 en Medellín.

El tema ha despertado tanto interés en ambas que decidieron no quedarse solo con la iniciativa de repartir alimentos y se propusieron seguir trabajando por ellos con un nuevo proyecto: Los que Trabajan.

“Todo empezó cuando hicimos una pasantía con la Alcaldía de Medellín para conocer cómo funcionaba todo el sistema de habitante de calle. Ahí vimos que donde más nos necesitaban era al final del proceso de resocialización”, explica González.

Los habitantes de calle son quienes ingresan por su propia voluntad para recibir ayuda. Después de esto, asisten a unas granjas donde reciben apoyo psicosocial, cubren sus necesidades básicas y aprenden un oficio (entre ellos la carpintería, jardinería, manipulación de alimentos, servicio al cliente, limpieza hospitalaria y confección).

La Alcaldía les ayuda en su proceso para comenzar o retomar la vida laboral y luego comienzan las labores para Los que Trabajan. “La idea nace para ser ese puente entre las oportunidades de trabajo y los habitantes de calle resocializados”, señala.

Grandes logros

Este trabajo sería imposible si lo hicieran solo ellas dos solas, cuenta Isabel, porque cada persona le suma más al proyecto y lo hace crecer. “Por pura casualidad nos acordamos de Javier Ruiz. Él actualmente trabaja con habitantes de calle en la Alcaldía. Le contamos nuestro proyecto, le pedimos consejos y él ha sido nuestro mayor apoyo y nos involucró muchísimo. Hicimos pasantías, tuvimos reuniones y logramos formalizar el voluntariado junto al sistema de habitantes de calle de la ciudad. Nos han guiado hacia lo que más se necesita, nos han enseñado y acompañado mucho en el proceso”.

Además, se han sumado personas y empresas con ganas de ayudar. Uno de estos casos es el del empresario Andrés Gómez, dueño de De Donde Venís Andariego, un negocio dedicado a las ventas ambulantes de tinto en el Centro de Medellín. Gómez recibió a algunos de aquellos que ya habían pasado por su proceso de rehabilitación y tenían el anhelo de comenzar a trabajar. Estas personas se encargan de vender el producto vestidos con un traje típico, poncho y sombrero.

Actualmente, Gómez cuenta con 11 trabajadores a los que decidió abrirles la puerta y no se arrepiente. “Inicialmente comenzamos con tres personas, ellos nos dieron resultados excelentes porque trabajan de manera muy responsable, y así comenzamos a abrirle espacio a más personas que estaban buscando una segunda oportunidad”, cuenta el comerciante.

“Esta ha sido una experiencia positiva porque es un ejemplo importante para mostrarle a los empresarios, para que se unan y dejen el miedo de apoyar a estos muchachos”.

Este tipo de iniciativas en la ciudad “mejoran la calidad de vida de estas personas y les ayudan a tener acceso a otras posibilidades de desarrollo en todas sus áreas de ajuste personal, familiar y social”, expresa la psicóloga clínica, Natalia Saldarriaga.

Para la Alcaldía de Medellín, este también ha sido un proyecto que le ha sumado a los trabajos que hacen día a día para ayudar a los habitantes en condición de calle, y se dio de una manera inesperada. Pero ellas no pretenden parar aquí, sueñan con hacer alianzas con las grandes empresas del país, no solo para que abran vacantes para esta población, sino para que puedan sumarse al proceso de formación.

“Aspiramos lograr grandes cosas con Los Que Trabajan. Este proyecto simboliza el cambio del miedo y el estigma de la población habitante de calle hacia una sociedad solidaria, que cree en las segundas oportunidades y que permite la verdadera resocialización de quienes voluntariamente han decidido dejar la calle y salir adelante”, concluye González