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Un caso especial: ni la muerte de Cecil ayudó a frenar el declive del león africano

14 de agosto de 2016

Un solo y fuerte rugido de rechazo emitió en pleno el planeta hace un año cuando fue muerto por un cazador norteamericano el emblemático león Cecil en Zimbabwe.

Esa voz, que encendió un rayo de esperanza para el que tal vez es, junto al elefante, el animal grande más carismático, se ha ido apagando con los meses.

Cientos, si no miles, han sido cazados desde entonces, en palabras de Luke Hunter, presidente de la organización Panthera que ayuda a proteger los grandes felinos.

Aunque Mozambique, Tanzania, Zambia y Zimbabwe se han replanteado las prácticas permitidas de cacería de los leones, la amenaza subsiste.

Es que en las dos últimas décadas la población ha decrecido 43 % y solo deben quedar unos 20.000.

La tendencia ha sido quebrada en Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe, que albergan del 24 al 33 % de esa población remanente y en donde el número se ha incrementado 12 %.

Pero esas ganancias se pierden en todos los demás territorios africanos. En África oriental, central y occidental los leones se han reducido 60 % en el mismo periodo.

Hoy, el enorme felino ha sido obligado a vivir en el 8 % de su distribución histórica, que una vez alcanzó 13 millones de kilómetros cuadrados, cerca de 11 veces el tamaño de Colombia.

De hecho, han sido exterminados en 12 países.

Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los tiene clasificados como vulnerables, los de África Occidental se hallan en la lista de los amenazados críticamente. Allí han perdido 99 % de su distribución histórica y quedan unos 400 individuos, menos de 250 de ellos adultos.

Pero no es fácil encontrar cifras ni establecer controles. Mientras en 2014-2015 Mozambique autorizó cazar 12 leones de manera legal para trofeos, 42 fueron obtenidos ilegalmente.

Una muestra de la influencia de la cultura que aún considera trofeo la caza de un animal histórico, y que para distintos fines consume su carne.

Si en ese país africano un pollo cuesta de 3 a 4 dólares, en zona rural una porción de carne de animal silvestre vale 1,60, fenómeno contrario a los mercados urbanos en los que esta carne cuesta hasta un 50 % más.

El comercio ilegal de partes de leones crece para ser empleadas en rituales, como medicina, en talismanes y como decoración en varios países africanos.

Presiones por todos lados y un impulso que se frena tras la muerte de Cecil hacen cada vez más incierta la suerte de los leones.

Hasta el último rugido.