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Los chigüiros colombianos que encantaron a Disney

Estos roedores, los más grandes del mundo y exclusivos de Centro y Sur América, son protagonistas
en la película
de Disney.

Periodista de la UPB. Amante de las historias y de las culturas. Estoy aprendiendo a escuchar y a escribir.

05 de noviembre de 2021

Es altivo, elegante, de mirada incisiva. Serio. Si pudiera hablar, probablemente no lo haría mucho. Parece un sabio, como si llevara a cuestas todo el peso de la historia y del pasado y muchos secretos que le han contado. Es un fósil. Uno viviente.

El chigüiro es uno de los animales protagonistas de la nueva película de Disney ambientada en Colombia, Encanto, que tuvo el miércoles su estreno mundial pero que solo llegará al cine el próximo 25 de noviembre.

Pero, ¿por qué?, si al pensar en los animales emblemáticos del país se plantea el cóndor de los andes, el jaguar, la guacamaya, el tucán, el oso andino o el de anteojos y la danta, pero no suele venir a la mente el chigüiro, ni siquiera sabiendo que este solo se encuentra en América del Centro y del Sur y que Colombia es uno de los privilegiados.

Se trata del roedor viviente más grande de todo el planeta y el último que aún se conserva de la familia Hydrochoeridae, que se multiplicó por todo el continente desde hace 10 millones de años. Por eso su condición de fósil viviente.

Y aunque en unas regiones es más popular y conocido que en otras, la nueva película pareció revivir sus encantos y ahora hay quienes hasta dicen que quisieran tener uno de mascota.

Esto, sin embargo y por si las moscas, está completamente prohibido, porque son animales silvestres protegidos por la ley y porque, además, tenerlos en cautiverio podría tener implicaciones negativas para la especie pero también para los humanos. La clave está en su comportamiento salvaje, explica la médica veterinaria del Parque de la Conservación de Medellín, Diana Carolina Restrepo.

Más que roedores

El pelaje es largo y muy áspero en algunas zonas, pero escaso y apenas visible en otras. Mejor dicho, el pelaje poco los protege, por lo que son propensos a las insolaciones. Y como no usan cremas o bloqueadores, encuentran una barrera natural para cubrirse de los rayos solares: el lodo.

Los chigüiros se revuelcan en ese barro húmedo y allí se quedan, permanecen, en los días calurosos, pero prefieren las primeras horas de la mañana o las últimas del día; son crepusculares.

Y aman las manadas, sin importar la edad y el sexo, se reúnen con un macho líder: el que más se aparea, el más “dominante”. La madurez sexual la adquieren al año y medio y cada hembra puede tener de uno a dos partos por año con crías que alimentará durante cuatro meses.

Son más abundantes en los llanos colombo-venezolanos, el pantanal de Mato Grosso en Brasil y la Mesopotamia argentina y requieren sitios secos y estables para descansar, dormir y alimentarse, y agua para bañarse, beber, copular y refugiarse de depredadores, por lo que sus hábitats ideales son sabanas, selvas húmedas, bosques secos y matorrales.

Son muy flexibles. Sus dietas, por ejemplo, cambian con las estaciones y responden al clima y a su ubicación. A diferencia de otras especies, toleran bien los cambios de hábitats a causa de la actividad humana. Son capaces de, incluso, volverse nocturnos cuando se ven molestados por los humanos.

No son mascotas

Por su tamaño, su morfología y su comportamiento, habitan regiones de climas tropicales y templados y viven casi siempre cerca de cuerpos de agua como ríos o manglares. Para dormir necesitan suelo firme, para alimentarse y protegerse de depredadores requieren vegetación extensa y alta y para cuidar su piel y pelaje requieren del lodo.

Aunque, al compararlos con actitudes humanas, parecen creídos y altivos, en realidad son animales muy sociales, por lo que viven en grupos de mínimo cinco y hasta 20 individuos, liderados por un macho, el más dominante.

Nada de esto podrían tenerlo en cautiverio, no habría cómo garantizarles bienestar. Sería injusto con ellos. No estarían con sus congéneres, no podrían reproducirse ni tener comportamientos naturales, agrega la veterinaria.

Podrían representar también un peligro para el ser humano. Aunque no son conocidos por ser agresivos, pueden ser territoriales y bajo condiciones de cautividad sí representan una amenaza. Además, “desde la parte biológica, pueden portar enfermedades que para ellos no sean graves pero que para otros animales domésticos o para el mismo humano sí”, dice Restrepo, como las rickettsias, bacterias causantes de enfermedades infecciosas transmitidas por roedores a partir de aerosoles, mordeduras o rasguños.

Así que lo mejor es dejarlos donde pertenecen: en las sabanas, en el lodo, entre la vegetación, y como inspiración para el arte, como en Encanto.

Esta visibilidad que trajo Disney, sin embargo, sí puede ser positiva pues no son una especie ampliamente estudiada. De hecho, solo hasta la década de los sesenta comenzó, poco a poco, a conocerse sobre su comportamiento y hábitats, sanidad, ecología y hasta aprovechamiento.

Importancia y amenazas

Son muy cazados. ¿Eso es bueno o malo? Para los humanos, es bueno. Los hábitos sociales, sedentarios y tranquilos de este roedor los convierte en de fácil manejo para la caza comercial y son una alternativa para la ganadería extensiva de las sabanas. Su carne es altamente productiva y de buena calidad para la fabricación de cuero y en las zonas con poblaciones abundantes se come más chigüiro que vaca. En Argentina son usados para la industria marroquinera y en otras partes su aceite es medicinal, o eso dicen.

Para ellos, por su parte, es una amenaza. En Venezuela se consume la carne seca que tiene además importancia religiosa y esto ha ocasionado que en la última década se consumieran entre 120.000 a 150.000 individuos por año, muchos de los cuales provienen del comercio ilegal de Colombia, donde ya en regiones comienzan a escasear.

La veterinaria Restrepo explica que aún así, dada sus buenas tasas de reproducción, no se encuentran bajo ninguna clasificación de amenaza, aunque sí hay reportes de que sufren mucho por la ganadería y las disminuciones de poblaciones, la caza y los desplazamientos humanos a zonas que ellos habitan.

Aunque todavía no se sabe qué papel cumplirán en Encanto, es importante que el público los mire como lo que son: animales silvestres que deben permanecer allá afuera, en sus hábitats.