¿Secuelas después de tener covid-19? A ellos les pasó
El coronavirus deja en algunas personas repercusiones tanto físicas como psicológicas. Estos son algunos testimonios.
Comunicadora social y periodista de la UPB. Amante de los medios de comunicación, los animales y la danza
Son más de 100 millones de casos que se han registrado de coronavirus a nivel mundial, pero la cifra de recuperados es de 54.9 millones, según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, de acuerdo con el Centro Nacional de Vacunación y Enfermedades Respiratorias de los Estados Unidos, en un estudio publicado el 13 de noviembre de 2020 en su página web, “aunque la mayoría de las personas con covid-19 se recuperan y recobran su salud, algunos pacientes pueden tener síntomas que pueden durar semanas o incluso meses después de recuperarse de la enfermedad aguda”, incluso si no fueron hospitalizados.
Para el doctor Jairo Giovanny Moncayo, urgentólogo de la Clínica CES, quien se encuentra en primera línea de la batalla contra esta enfermedad, algunas de las secuelas que se pueden dar son: “Fibrosis pulmonar, esto es cuando el tejido pulmonar se daña y causa cicatrices, con ella dificultad para respirar. Además, los pacientes sienten que les falta el aire constantemente. El corazón puede verse afectado, esto provoca falla cardiaca”, que produce fatiga e hinchazón en las piernas. Incluso, embolismos pulmonares o accidentes cerebrovasculares.
Pero las secuelas a largo plazo no solamente pueden mostrarse de manera física, la parte psicológica juega un papel importante durante y después de la enfermedad: “Los efectos que se producen en el organismo van a alterar la parte psicológica, entonces las personas se van a sentir más vulnerables y algunas actividades que hacían antes, como el deporte, se van a ver reducidas”, explica Juan Carlos Posada Mejía, psicólogo clínico terapeuta. “Existe un miedo constante a estar con muchas personas, en reuniones por ejemplo, esto genera un distanciamiento y la ansiedad se ha elevado, con pensamientos catastróficos relacionados a una posible reinfección”. Los efectos, según él, están ligados especialmente a la personalidad y a la actitud con la que se afronte la enfermedad.
No en todos se manifiesta de la misma manera porque la edad, las comorbilidades o el estado de ánimo van a ser un factor determinante. Así que lo mejor que puede hacer para evitar pensar en las consecuencias de la enfermedad, es seguir las medidas de prevención que recomiendan los expertos.
Estas son algunas historias de quienes quedaron con secuelas.
1. David Pacheco, 43 años
Este empresario fue uno de los primeros casos confirmados de Medellín y hoy, 9 meses después, señala que tuvo secuelas psicológicas como el trastorno del sueño, la paranoia, esquizofrenia y depresión, por esto estuvo medicado hasta septiembre.
Cuenta que un día iba a llamar a sus padres, pero cuando tomó el teléfono su mente estaba en blanco, había olvidado por completo ese número de teléfono que durante toda su vida había tenido grabado en su mente. En ese instante se dio cuenta de que aunque la enfermedad había desaparecido, algunos síntomas iban a durar un tiempo más: su memoria no ha vuelto a ser la misma, tiene problemas para concentrarse, se le olvidan las cosas y se irrita mucho más fácil.
2. Mariantonia Ospina, 23 años
En su caso, ella tuvo la enfermedad durante los últimos días de diciembre y estuvo aislada el 24 y el 31 en su habitación, su familia no tenía la enfermedad y cuando Ospina presentó los síntomas se aislaron de inmediato de ella, por lo tanto ningún miembro de su familia se contagió.
Hoy ya no tiene covid, y si bien no tiene ningún síntoma, algo ha cambiado: “Anteriormente podía correr 45 minutos seguidos sin problema, ya no soy capaz. Ahora a los 15 minutos me siento ahogada”. Los pulmones aún se encuentran recuperándose, pero su médico le dio la autorización para retomar el ejercicio poco a poco , para que pueda volver a recuperar su capacidad pulmonar.
En cuanto a su parte psicológica, “no ha cambiado nada, por la pandemia uno se aburre de tener que hacer todo en casa, pero esto es algo normal”.
3. María Teresa Moncada, 57 años
Ella se dedica a realizar labores administrativas y debe recorrer diferentes oficinas de la ciudad.
La enfermedad la tuvo en los primeros días de diciembre, y si bien ya pasó, dice que las consecuencias la siguen acompañando. Para ella tener que caminar mucho o subir escaleras es un desgaste, sabiendo que debe hacerlo todos los días, mínimo 15 minutos, para llegar a su trabajo. Siente que sus pulmones no responden como antes. “Me da mucho dolor de cabeza constantemente, los ojos me arden y el apetito se me ha disminuido. En pocas palabras, no soy la misma”
4. Nora Arroyave, 60 años
Se despertaba normalmente a las 7:00 de la mañana, se arreglaba y comenzaba a trabajar desde casa. Por la pandemia, son pocos los días en los que debe ir hasta la oficina. Sin embargo, lo extraña y es que siempre se ha considerado una persona muy activa que le gusta estar realizando actividades, hasta que la covid-19 llegó a su vida. Una semana después de superarlo dice que se siente cansada constantemente y con una molestia en la garganta, pero lo más duro ha sido la parte psicológica: “Uno al escuchar que es positivo de covid, lo asocia a la muerte, pero cuando la enfermedad pasa lo más preocupante es una reinfección, uno lo piensa constantemente”. Para ella este aspecto ha sido lo más duro hasta ahora porque se siente desanimada casi siempre.
5. Natalia Lopera, 35 años
Ella es médica y por su trabajo ha sido muy juiciosa con las medidas de bioseguridad, evitando al máximo contagiar a su familia, pero nueve meses después de que inició la pandemia decidió salir a comer con unos amigos, allí se contagió. Unas semanas después de recuperarse han quedado algunos síntomas como el dolor de cabeza. Aunque antes de la covid-19 ya sufría de migraña, cuando pasó la enfermedad lo sintió con mayor frecuencia y con un dolor más intenso, incluso en las noches se despertaba por el dolor tan fuerte que sentía, no podía dormir bien. Concuerda con Pacheco y es que siente que su capacidad para concentrarse se ha visto disminuida y se cansa más fácil, siente fatiga constantemente. “El hecho de escuchar casos de reinfección también genera alerta y temor porque no estamos protegidos, estamos enfrentándonos constantemente a la enfermedad”, comenta Lopera.