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Personas sordas piden reconocer lengua de señas

Las 508.635 personas sordas del país continúan en una lucha por el reconocimiento y desarrollo de la lengua de señas.

Periodista de la UPB. Amante de las historias y de las culturas. Estoy aprendiendo a escuchar y a escribir.

15 de marzo de 2021

Imagínese que usted, sin saber hablar inglés, se va a vivir a Estados Unidos a una ciudad donde nadie más habla español. En la vida cotidiana, con señas, gestos y algunos objetos, logra hacerse entender y comprarse un café o tomar un taxi. Sin embargo, si necesita ir al médico, la cosa se complica. No sabe cómo explicar el dolor que tiene, no entiende lo que el o la doctora le responde y mucho menos el tratamiento o especialista que le manda. A eso, súmele que no puede usar un traductor o un diccionario porque esas palabras que usted necesita ni siquiera han sido creadas.

Esto no es ficción sino la realidad de 508.635 personas colombianas con discapacidad auditiva, según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida, ENCV, de 2019. Porque, aunque tienen su propia lengua, la de señas, esta aún no ha desarrollado vocabulario para algunas áreas, ciencias o especializaciones.

Pero esa no es la única dificultad. Además, son pocas las personas oyentes que conocen la lengua y pocas las ofertas académicas y laborales adaptadas para incluirlos. Esto, al final, aumenta la exclusión de esta población y las brechas de desigualdad social y económica. Según la misma encuesta, 27,8 % de las personas sordas se encuentra en situación de pobreza multidimensional; de las 25.011 en edad escolar, solo 7.321 están estudiando y solo 20,9 % trabajando.

Para Geovani Melendres, persona sorda que, además, es asesor de la dirección general del Instituto Nacional de Sordos, Insor, y es lingüista con maestría en educación, un primer paso para la inclusión podría ser reconocerlos como una población con una diferencia cultural y social, “ya que la lengua permea, atraviesa transversalmente estas manifestaciones” y, además, permitirles autonomía, “que tomemos nuestras propias decisiones, que seamos libres en nuestros espacios, para que haya interacción armónica”.

Lengua y conceptos claros

Lo primero a tener en cuenta es que se trata de una lengua, no un lenguaje. La directora del Insor, Natalia Martínez, explica que el lenguaje es la capacidad de comunicarse que tienen todos los seres humanos, tanto los oyentes como los sordos, mientras que la lengua es toda una estructura que permite la comunicación entre aquellos que comparten una cultura o pertenecen a un mismo grupo social.

Melendres agrega que esta última es el vehículo, el código, el sistema lingüístico, en el que “ustedes usan el español y nosotros la Lengua de Señas Colombiana, LSC” y que no hay una internacional, sino que es propia de cada país, aunque pueda tener similitudes lingüísticas.

Otro concepto clave es el de “persona sorda” y no “sordo mudo”, que para Melendres es peyorativo, ya que “es como si nosotros no pudiéramos participar de la comunicación, cuando la realidad es que sí podemos hacerlo, expresamos nuestras ideas y opiniones a través de nuestra lengua, que es visogestual”.

Muchos de ellos, al no poder escuchar, no pueden replicar los sonidos del español, por lo que por muchos años se creyó que eran mudos. Sin embargo, la mayoría tienen el aparato fonológico desarrollado, así que pueden emitir sonidos e, incluso, aprender a hablar español a través de terapias de rehabilitación y pedagogía.

Las personas sordas que pueden comunicarse en español, sea leyendo, hablando o escribiendo, son bilingües, pero no todos lo hacen. De acuerdo con la ENCV (2019), 359.498 personas sordas mayores de 15 años saben leer y escribir.

En Colombia

Fue reconocida oficialmente en el año 1996 como lengua oficial y natural de las personas sordas del país lo que, de acuerdo con Martínez, convierte a Colombia en el primer y único país latinoamericano que lo ha hecho, reconociendo también su cultura y sus necesidades educativas, “para garantizar la oferta de espacios y recursos”.

Al ser cultural, tiene variaciones en las regiones, tal como pasa en el español, donde un taco es lo mismo que un trancón o un pintao es un tinto.

Martínez agrega que aunque hay avances en la cotidianidad, la que se usa de forma constante, aún falta desarrollarla para usos específicos, como para ir al médico o en fines académicos.

Falta mucho camino

El trayecto hacia la inclusión es largo y complejo. Melendres dice que muchos creen que se trata de reunir a personas diversas en un solo lugar, pero va más allá. “Es suplir las necesidades y reconocer las condiciones y particularidades de cada población para poder adaptarse para que todos gocemos de derechos”.

“En mi vida personal, diría que casi todos los espacios tienen dificultad de acceso, aunque en la cotidianidad me puedo hacer entender con señas o señalando. Sin embargo, en otros, como el jurídico, en la salud o en los medios de comunicación, muchas veces no hay servicios de autenticación ni de interpretación y en muchas ocasiones nos toca a nosotros mismos, de nuestro bolsillo, contratar estos servicios para podernos comunicar”.

Para él, lo ideal sería que todos conocieran la lengua, pero acepta que es una utopía. “Imagínate si un periodista pudiera hacerme estas mismas preguntas sin necesitar intérprete. En Colombia falta que la academia promueva la formación en LSC y que desde el mercado laboral haya capacitaciones para que podamos competir con las personas oyentes y haya inclusión en el trabajo”.

La directora del Insor agrega que, aunque cualquier colombiano puede aprender LSC, la oferta de la enseñanzas se da prácticamente solo en las asociaciones de sordos y pocas universidades ofrecen esta oferta: “el objetivo debe ser que, por lo menos, se garantice esta oferta bilingüe integrada en el currículo para que los compañeros se puedan comunicar”.

Algunos avances

La tecnología ha sido clave para la interacción. Entre las muchas herramientas, hay una llamada Centro de Relevo, un proyecto entre el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y la Federación Nacional de Sordos de Colombia que, entre otros, conecta a las personas sordas con un intérprete cuando necesiten ser atendidos en instituciones o entidades del país. Sin embargo, se debe tener en cuenta que sólo 20,9 % de la población con discapacidad auditiva del país (106.142) usa internet.

Dice también que se ha avanzado más en educación que en trabajo. “La comisión de derechos de personas con discapacidad dispone que se organizará la oferta educativa para los niños y niñas sordas vayan a las mismas instituciones educativas que los niños oyentes”. Agrega que solo en Bogotá, de las más de 360 instituciones educativas, hay 25 con oferta para esta población, que es de 1.100 niños.

“Con ocasión de la pandemia, además, logramos que los canales de televisión públicos y privados, en al menos una emisión de noticias al día, tengan una alternativa de lenguaje de señas para que estén enterados a tiempo de lo que está ocurriendo”.

Jessica María Ayala, docente investigadora de la Universidad CES cuenta que la institución, en convenio con la Asociación Antioqueña de Personas Sordas, viene desarrollando desde 2019 un diccionario con enfoque en la salud, acompañados por lingüistas, intérpretes, personas sordas y profesionales de la salud.

“Este tiene 150 palabras con su respectiva seña y su contexto que fueron consultadas públicamente con diferentes asociaciones del país para poder identificar si se sienten reconocidos con esa seña”. Además, el proyecto está desarrollando una aplicación “que apoya a esta población al momento de entender y navegar por el sistema de salud. Les explicamos cómo agendar citas con especialistas, qué van a encontrar allí y cómo acceder a todos los servicios”.

La Institución Universitaria ITM, adscrita a la Alcaldía de Medellín, será la primera institución de educación superior pública de Antioquia que formará en lengua de señas en una carrera de 8 semestres dictada por la Facultad de Artes y Humanidades y que entregará el título de profesional en Interpretación y Traducción LSC – español. Además, la institución ya ofrece cuatro programas con apoyo de LSC: Tecnología en Desarrollo de Software, Artes Visuales, Gestión Administrativa y Análisis de Costos y Presupuestos y es la primera del país con pruebas de admisión para esta población.

Recientemente, el pasado 11 de marzo, el Consejo Académico de la Universidad de Antioquia aprobó, en primer debate, el acuerdo que permite la implementación de la prueba con LSC.