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Esas pandemias que se volvieron negocio

Parte de los laboratorios que apostaron por encontrar curas aumentaron su valor de mercado o ganancias.

27/02/2020

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El pasado tres de febrero el gigante farmacéutico británico GlaxoSmithKline (GSK) recibió la noticia, de parte del Ministerio de Sanidad Británico, de una inversión de 26 millones de dólares (89.000 millones de pesos) para avanzar en las investigaciones que lidera, junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Pasteur, en encontrar una vacuna en contra del coronavirus (Covid-19). El tiempo apremia. Este miércoles se confirmó el primer caso de contagio en América Latina. Un paciente de 61 años fue diagnosticado en Sao Paulo, Brasil (ver Informe).

Cada nuevo caso moviliza más recursos públicos y privados para la investigación y el desarrollo de formas de prevención. También se traduce en más dinero para las compañías. El ejemplo es el del laboratorio GSK, que con esa inversión británica vio como su acción creció 4 % en la Bolsa de Valores de Londres, al llegar a 1.815 libras esterlinas (unos 8 millones de pesos). De esta manera la farmacéutica consiguió su valor más atractivo desde el 24 de enero de 2020. ¿Cuál es su interés por buscar la vacuna para una enfermedad que genera incertidumbre en mercados y ha hecho que el Fondo Monetario Internacional reduzca la proyección de crecimiento económico mundial? Pues que, para esta y otras firmas, no deja de ser una oportunidad de hacer dinero.

GSK tiene dos grandes portafolios: productos para el cuidado de la salud y el negocio de la vacunas. En este último, según datos alojados en sus reportes financieros, produce y distribuye 1,9 millones de vacunas, al día, para atender 150 países. Eso es como si el laboratorio entregara, en 24 horas, una de estas al 78 % de los habitantes que tiene Medellín.

Y para hacerse a una idea de lo que representa ese mercado para la firma, una dosis de Bexsero, vacuna para prevenir la meningitis, tiene un precio de 106 euros para Europa (unos 394.000 pesos). Como el tratamiento aconseja cuatro dosis, su costo final roza los 424 euros (1,6 millones de pesos), esa inyección es importante si se tiene en cuenta que, según la OMS, solo en África, la meningitis puede afectar a 430 millones de personas. El reporte financiero de 2018 de GSK para España mostró que por ese tratamiento el laboratorio recibió 300 millones de euros (1,09 billones de pesos, con la tasa promedio de 2018).

De ahí que tampoco sea extraño que otros conglomerados busquen recursos, inversiones y deuda para crecer en ese portafolio. Jhonson & Jhonson también decidió meterse a encontrar una cura para el coronavirus. El 11 de febrero a través de un comunicado de prensa publicado en su página de internet, Paul Stoffels, director científico de la firma, dijo: “Estamos comprometidos en hacer lo posible para proteger la salud de las personas en los Estados Unidos y en el mundo”. Aunque el efecto de la noticia fue negativo.

El mercado no recibió como positivo el anuncio. La acción de la compañía en la Bolsa de Valores de Nueva York cayó de 151 a 150 dólares tras los dos días siguientes al comunicado. La razón estuvo en que el fuerte de la empresa es el desarrollo de productos para el cuidado personal, aunque tiene la meta de hacer del mercado de inmunización uno de sus portafolios más atractivos en los próximos años, no en vano viene anunciando desde 2014 inversiones allí. Hace seis años destinó 200 millones de dólares para encontrar una cura al ébola y ahora expresó estar haciendo pruebas para hallar una contra el VIH.

Sumada a Jhonson & Jhonson, el martes igual se conoció el interés de la estadounidense Moderna Inc. La firma dijo tener listo el primer paquete de dosis experimental para el coronavirus. Anuncio que le representó un crecimiento del 13,50 % en el precio de sus acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York (ver Paréntesis).

Raúl Ávila, profesor experto en economía de la Universidad Nacional, explica que no puede haber mejor ejemplo para la teoría de oferta y demanda que el desarrollo de una vacuna en medio de una pandemia. “La OMS todavía señala que el Covid-19 no lo es , pero ha pedido prepararse por su potencialidad. A pesar de esa ausencia de concepto, en el momento en el que se desarrolle un medicamento su demanda será grande. Cuánto llegue a costar dependerá de variables como la inversión en el desarrollo, el número de dosis y la tasa de mortalidad, que por ahora es baja (del 2 %)”.

Ávila recuerda que en casos como el de la carrera por hallar una solución al virus H1N1 (o gripe porcina), Roche, Novartis, Pfizer y de nuevo a GSK monetizaron un negocio que no se concibe como cualquier otro “porque pone en juego valores de la ética empresarial”.

El 24 de abril de 2009 Roche dijo haber avanzado considerablemente en el desarrollo del Tamiflu para acabar con el H1N1; horas después GSK aseguró tener un acercamiento importante sobre el Valium: los dos laboratorios terminaron con crecimientos en sus acciones, la más alta la experimentó Roche, con un 6 %.

Al cierre del ejercicio empresarial de 2009 esta última informó que sus ingresos habían crecido 203 % (durante el primer semestre de ese año) a razón de las ventas que se generaron por el Tamiflu; mientras que las utilidades llegaron a los 937 millones de dólares, que para hacerse a una idea, supera en casi 300 millones de dólares a las exportaciones totales de hierro y acero de Colombia del año pasado (688 millones de dólares), de acuerdo con datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

Jaime Arias fue por siete años presidente de la Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (Acemi) y ahora es rector de la Universidad Central, a su juicio en la amenaza del coronavirus a la industria farmacéutica no se le puede ver como un grupo de empresas que se frota las manos pensando en la oportunidad de negocio que se abre ante la posibilidad de encontrar una cura.

“Hay dos esfuerzos: el del Estado, que tiene criterio social, y el del segmento farmacéutico. No se le puede impedir a las empresas asociadas a ese sector que hagan vacunas. Es cuestión de mercado: gracias a los avances tecnológicos que industrializaron su producción, a partir de los años 70 y 80 el desarrollo de ese y productos como antibióticos y antigripales se convirtieron en oportunidades de negocio muy atractivas”, explica Arias.

Y así lo han entendido algunos grandes empresarios. Más allá de que Bill Gates, fundador de Microsoft, anunciara la entrega de 100 millones de dólares para encontrar una salida al coronavirus, como muestra filantrópica para el bien de la salud pública, un personaje como Warren Buffett, dueño de una fortuna de 82.000 millones de dólares, lo que vio primero como una obra social, lo terminó llevando a escarbar en una oportunidad de negocio.

Buffett, estadounidense de 88 años, es uno de los miembros más importantes de la Fundación Bill y Melinda Gates, y según Forbes, el tercer multimillonario del mundo. En 2011 hizo parte de inversionistas que entregaron 200 millones de dólares para desarrollar una vacuna contra la malaria (el laboratorio GSK destinó otros 300 millones), iniciativa que fue considerada como una de las donaciones más importantes de los últimos años, a partir de allí a Buffett le quedó sonando el negocio farmacéutico.

Su compañía, Berkshire Hathaway, comenzó siendo una textilera y ahora está en el negocio de la venta de joyería, la fabricación de ladrillos y hasta se ha animado a meterse en la industria de la salud. En 2018 destinó 350 millones de dólares para ser accionista de la farmacéutica israelí Teva, considerada la firma más importante en la producción de medicamentos genéricos. A este se sumó al anunció, durante 2019, de crear una entidad prestadora de salud conjunta con Amazon y el banco JP Morgan para reducir costos de pago al sistema de salud y atender, por ahora, a sus empleados.

Para Giovanni Reyes, director de pregrados de la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad del Rosario, es clara la obligación de los directivos de las compañías en ser honestos con los objetivos de las inversiones que hacen para estos sectores, pues hay que entender que el cuidado sobre la salud pública va más allá del beneficio económico. “La responsabilidad social corporativa debería prevalecer, es claro que no se puede limitar la libre competencia, pero estos sucesos suelen ser particulares y por eso mismo se deben atender de manera distinta: buscar el bien común antes que el de las utilidades”.

Lo que menciona Reyes es importante en la medida en que evitará que se repitan casos como el de la OMS, Roche y Glaxo en momentos donde se buscaba una vacuna contra el H1N1. Un informe de junio de 2010 del British Medical Journal encontró que parte de los expertos de la OMS encargados de ese estudio recibieron pagos de parte de los dos laboratorios por colaboraciones esporádicas.

Hasta el momento de la publicación de esta edición ninguna de las compañías que adelanta fases de prueba había reportado el éxito con los lotes de medicamentos que desde las últimas semanas se han enviado a Wuhan, China, región donde inició el coronavirus.

El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos dijo que en un plazo mínimo de cuatro meses podrían verse resultados. De llegarse a encontrar una vacuna, entraría a alimentar un negocio que, dice la OMS, puede llegar a mover 25.000 millones de dólares durante este año (ver Para saber más) .

Tengo más libros de fútbol que calzoncillos y medias.