¿Es la medicina alternativa un acto de fe?
Periodista, científica frustrada, errante y enamorada de los perros. Eterna aprendiz.
Muchos defienden las virtudes de la medicina alternativa y aseguran “a mí me funcionó”. Otros ni siquiera la contemplan como una opción. ¿Qué dicen las voces médicas a favor y en contra? En 2005, la revista especializada en medicina The Lancet publicó un artículo titulado: El fin de la homeopatía. Este es uno de los textos más citados para contradecir las apuestas de la medicina alternativa. Sin embargo, pocos recuerdan que esta revista se retractó meses después.
El artículo revisaba 14 investigaciones alrededor del efecto real de la homeopatía. Los autores del estudio creyeron haber resuelto la polémica sobre si esta tradición médica tiene un poder real de curación o sus efectos no son más que el resultado de la sugestión de quienes la toman.
En Colombia, cerca de 200.000 personas ejercen terapias alternativas, según cita la Fundación Instituto de Botánica Aplicada en la plataforma de peticiones en línea Change.org: “Estas terapias milenarias han sanado a la humanidad durante la mayor parte de su existencia...”, se lee allí.
En 2007, la Ley 1164 de Talento Humano en Salud reconoció las Medicinas y Terapias Alternativas, pero durante los últimos 10 años los defensores de estas han luchado para que también se reconozca a los terapeutas alternativos de herbología, terapias manuales, ejercicios terapéuticos, hidroterapia, terapias de medicina ayurveda (ver glosario) y de la China, aromaterapia, reflexología y reiki, entre otras.
Según Luis Guillermo Duque Ramírez, jefe de educación de Medicina en la Universidad de Antioquia con especialización en medicina alternativa y doctorado en neurociencias, “en esa ley se contempla cuáles son las prácticas o disciplinas que se pueden ejercer en Colombia y también se plantean unas restricciones de algunas de las prácticas exclusivas para médicos especializados y otras para algunos profesionales del área de la salud como enfermería, odontología y nutrición”.
La doctora Xiaorui Zhang, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó en un boletín oficial que “la medicina tradicional es una parte importante y con frecuencia subestimada de los servicios de salud. En algunos países, suele denominarse medicina complementaria. Históricamente, la medicina tradicional se ha utilizado para mantener la salud y prevenir y tratar enfermedades, en particular las crónicas”.
Duque asegura que “hay evidencia científica suficiente que respalda las cinco disciplinas contempladas en la ley colombiana, y las diferencias que tienen con la medicina oficial también llamada alopatía. Se generan porque hay poca formación e información dentro de las facultades sobre estos asuntos”.
Hace unos cinco años, agrupaciones creyentes de la homeopatía y otras terapias alternativas promovieron el diseño de las normas de competencia laboral de la Herbología, por ejemplo, pero no pudieron avanzar. Incluso en mayo de 2017 “estuvimos reunidos en el Ministerio de Salud con el director de Talento Humano, planteándole esta necesidad, sin embargo, nos encontramos con que el Ministerio de Salud no toma interés en promover la creación de este perfil”, aseguran en la plataforma de peticiones.
Medicina ancestral
Por definición, “la medicina es la ciencia y arte de curar y prevenir las enfermedades”, según cuenta Santiago Rojas Posada, médico especialista en cuidados paliativos oncológicos. “Tiene diferentes estrategias, hay medicinas ancestrales como la tradicional china o como la primera que existió, la ayurveda”. Estos diferentes sistemas cuentan con una cosmogonía que explica cómo se creó la realidad, plantea una forma de relacionarse con el pueblo y hasta de gobernarlo. “Así que estas son visiones muy integradoras de la sociedad, con principios éticos y morales que rigen el comportamiento, la siembra, incluso las maneras de criar una familia”.
En nuestro país, estos sistemas médicos ancestrales no son parte de lo que comúnmente se conoce como medicina basada en la evidencia, y en los últimos años han aparecido gran cantidad de sistemas al margen de esta medicina oficial.
En 1976, la OMS reconoció que la manera más adecuada de referirse a las alternativas, que incluyen la basada en la evidencia y las terapias alternativas, debería ser llamarla terapias complementarias, porque considera que sí se pueden usar simultáneamente.
“La medicina basada en la evidencia está enfocada principalmente en el manejo de la visión corpórea del ser humano, la parte celular y microscópica, el concepto bioquímico y metabólico. Las otras terapias incorporan otro tipo de conocimientos, de vivencias y sobre todo otro tipo de visión integradora, en la que se contempla la mente, las emociones, la vida interior y espiritual y conceptos de la física como el campo energético. Dentro de la medicina basada en la evidencia hay muchos estudios que validan, por ejemplo, cómo la acupuntura puede actuar sobre el sistema nervioso y se puede hacer cirugía con anestesia acupuntural y hasta amputaciones de miembros”, complementa Rojas.
Los defensores de la homeopatía aseguran que la dificultad se presenta en la manera de medirla: “Si evaluamos una enfermedad en particular y un remedio para su uso, la homeopatía no tiene mejor eficacia que la medicina tradicional y es cercana al efecto placebo. No obstante, si evaluamos a un grupo de pacientes diferentes, pero los enfocamos desde su forma de pensar y actuar, desde su manera de relacionarse y la manera particular en que presenta los síntomas de la enfermedad, la homeopatía sí tiene una eficacia cercana al 90 % en patología funcional. No hablo de tumores, cánceres, sino de gastritis, colón irritable, rinitis alérgica, asma, erupciones de la piel, enfermedades dermatológicas, lumbago, dolor de cabeza, ansiedad, depresión, temores, duelos...”, concluye Rojas.
Sus defensores aseguran que en este nivel la homeopatía es muy eficaz, y no cuando se generaliza la acción de un medicamento sobre todos los demás, sino cuando se actúa de una manera particular en los síntomas y la condición del paciente.
La polémica educativa
Ante una queja de un tuitero en redes por la diplomatura de la Universidad Nacional que mezcla teorías de física cuántica con esencias florales, en 2017 se reavivó el debate sobre si se debe o no enseñar lo que algunos llaman “pseudociencias” en una universidad que propende por las ciencias y las artes. El exrector de esta institución, Moisés Wasserman, respondió a la queja del tuitero y a la vez suscitó un debate en redes sociales: “Es increíble que en la principal facultad de ciencias del país se promocione la superchería”.
En un trino posterior afirmó: “En lugar de demostrar que la homeopatía sirve nos piden demostrar que no sirve. A pesar de eso ya se hizo”.
Otros afirmaron que esta ha sido más impulsada por la Alemania oriental y por los reyes de Inglaterra, que por sus resultados en evidencias científicas. Algunos manifestaron que si se aborda desde una perspectiva crítica en la facultad de medicina, sin que se dé por sentado que es un método efectivo, “tiene sentido su instrucción en la universidad”.
La polémica en el mundo
La problemática parece ser la misma en otros países como España e Inglaterra, en donde varias instituciones de educación superior cancelaron cursos y programas relacionados con medicina alternativa ante las críticas de la comunidad académica. De acuerdo con cifras del Centro de Comercio Internacional de la Organización Mundial de Comercio, en 2005 el valor del intercambio global de productos naturales fue de 65 mil millones de dólares. En Europa, uno de los mercados más dinámicos para este sector, son usadas comercialmente cerca de 200 plantas medicinales, de las cuales solo dos tercios son nativas de esta región.
En Colombia, según cifras de Proexport, a julio de 2016 las exportaciones al mundo de productos naturales como plantas, partes de plantas, semillas, frutos utilizados en perfumería, gomas, resinas, bálsamos naturales, jugos, extractos vegetales, mucílagos y espesativos de la algarroba, entre otros, sumaron más de tres millones de dólares. Los principales destinos de estos productos en el periodo fueron Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Polonia, Venezuela, España y Países bajos.