Tendencias

El Avispero: un conjuro musical

Está conformado por las artistas Lianna, Briela Ojeda, La Muchacha, Delfin Dib y Lalo Cortés. Es una suma de fuerzas y música que se verá hoy en el concierto homenaje a Altavoz, a las 8:20 p. m.

01 de agosto de 2023

El Avispero es un colectivo conformado por Lianna, Briela Ojeda, La Muchacha, Lalo Cortés y Delfina Dib, todas mujeres, todas artistas, independientes. Es una juntanza que nace de la amistad y la admiración pero que quiere revolcarlo todo. Es una suma de mundos y de fuerzas. Es brujería pura, porque en ellas, la música es una especie de magia para transformar la vida.

Para saber cómo empezó todo y para donde va, EL COLOMBIANO habló con Lianna sobre la historia, y luego con las demás integrantes para entender el significado y la importancia de esta unión.

¿Cómo empezó el avispero?

“Fue como una red que se fue tendiendo entre nosotras. Yo trabajaba con Lalo, ya conocía a Delfina, éramos parceras, ella conocía a Briela y a Isa, o sea, como que todas nos conocíamos entre nosotras, pero nunca nos habíamos juntado. Aunque ya estábamos ahí con esa intención, la energía estaba muy intencionada para que en algún momento nos conociéramos y pudiéramos ser amigas”.

Y en qué momento pasó...

“Fue más o menos por los días del paro que estaba la situación tan caliente por todos lados y todas estábamos también como muy frustradas, nos sentíamos muy impotentes con todo lo que estaba pasando, cada una estaba muy en su sentimiento y pienso que en el fondo también había una necesidad muy profunda de poder hacer algo y como de hacerlo desde nuestra voz, desde nuestro quehacer”.

Y entonces...

“Nos juntamos un día las cinco en mi casa a hablar, a cantar. Fue un encuentro muy lindo, fue la primera vez que cantamos juntas y yo había estado pillando como ciertas intervenciones que habían hecho en las marchas en China, de esa especie de tomas a espacios públicos —como entrar mucha gente a un centro comercial hacer una manifestación de dos minutos y abrirse— y esa idea me pareció muy chimba y yo se las comenté a ellas y ahí nació lo que organizamos para lo que hicimos acá en Medellín en el metro”.

¿Qué querían?

“Teníamos como esa urgencia de hacer algo ya, de tomarnos espacios poco convencionales, por decirlo así: supermercados, centros comerciales, para que la gente no tuviera otra opción que darse cuenta de lo que estaba pasando”.

Y lo que decidieron cantar cómo lo hicieron...

“Yo por esa época compuse una canción que se llamaba Balas, que fue lo que cogimos de intro, y estaba la otra parte de Violentas se pone el hambre, que es una canción de La Muchacha. Queríamos que fueran frases como mantras, como una idea corta, una especie de arenga, pero con armonía, que fuera una cosa que pudiera tocar las vibras sensibles de las personas desde la música, que no fuera solamente el mensaje de la palabra, sino también el impacto de la música en el espíritu y en lo que estaba pasando”.

¿Qué es el Avispero? ¿Cómo definirlo?

“El avispero es una juntanza que nace principalmente de amigas que se quieren, que se respetan y que comparten necesidades frente a habitar este territorio que se llama Colombia. Ahí nos unimos de muchas formas, nos alimentamos y queremos transmitir eso, y queremos no quedarnos solas con lo que estamos transitando, sino poderlo compartir en colectivo”.

Es una suma de mundos...

“Cada una está en su lucha y en su vuelta y abrazamos eso que cada una está necesitando, o cuestionando o enfrentando. Para mí también es una cosa muy, muy política porque se atraviesa nuestro habitar como mujeres, nuestro habitar como ciudadanas en Colombia y un montón de cosas que nos atraviesan de muchas maneras distintas”.

Pero también es una suma de fuerzas...

“Es una cosa que se ha ido dando de manera muy natural, de esas cosas que tú le tiras a la vida y te devuelve. Y es un llamado también a seguir creando y a seguir construyendo este junte. De manera personal, siempre fue para mí un sueño eso, poder estar conectada con las otras nenas que están haciendo cosas chimbas, que están creando, que admiro, que me gusta como cantan, o sea, la posibilidad de cantar con nenas que uno admira, es mágico, es una chimba y así mismo crece, porque se vuelve una familia”.

Es también muy poderoso tantas mujeres compartiendo y no compitiendo...

“Para mí eso es reimportante y rebonito, porque es romper con ese estereotipo también, que hay una reina y hay una y esta llegó y la desbancó, o lo que sea, ese discurso que está tan arraigado también en lo musical y en lo social, como si hubiera lugar solo para una y acá hay lugar para todas. Nosotros no estamos compitiendo con nadie, estamos juntas, apoyándonos, nos admiramos profundamente, nos respetamos profundamente, cada una tiene su lenguaje y su forma de interpretar y de percibir y de sentir, y este es un lugar donde todos esos sentires se concluyen una chimba”.