El cinturón, una garantía de vida
Proviene de la tecnología militar y su uso ha salvado a millones de personas en todo el mundo.
Después de la segunda guerra mundial una de las industrias que más desarrollo tuvo fue la automotriz. El uso de carros aumentó considerablemente para los años 50 y con esto los accidentes y la mortalidad de los pasajeros, por lo que gremios médicos y movimientos sociales empezaron a exigir mayor seguridad en los vehículos.
Nils Bohlin, un ingeniero mecánico sueco de la marca Volvo, trabajaba en el sector aeronáutico militar en el desarrollo de un mecanismo que mantuviera en su sitio a los pilotos en caso de emergencia, los cinturones de seguridad de tres puntos (ver infografía). Y ante la necesidad de una solución para accidentes de vehículos, Volvo y Bohlin empezaron a implementar dicho mecanismo en los carros.
“Si funciona para los aviones de guerra lo podemos llevar a los vehículos, se dijeron. Y lo que hace este invento es que con la correa que va a la cintura evita que se salga disparado y con la transversal que se vaya hacia el frente. En definitiva, que el ser humano no salga despedido por el panorámico”, cuenta María Fernanda Ramírez Bernal, ingeniera civil y líder de movilidad de Despacio.org, centro de investigación que promueve la movilidad sostenible y segura.
El funcionamiento del cinturón es simple pero altamente eficaz. Este tiene anclajes fijos con la estructura del vehículo por lo que al colisionar con cualquier superficie garantiza que la persona no sea expulsada fuera de él. De allí la necesidad de su uso, por ejemplo, si un carro va a 70 km/h y frena, el cuerpo sigue en movimiento e impactaría provocando lesiones graves o la muerte, como una especie de catapulta.
En caso de llevarlo de manera correcta, el bloqueo inercial se activa y el sistema no deja mover el cuerpo, lo que detiene a la persona.
Normativa
El cinturón de seguridad se hizo obligatorio en la década de los 60 y 70 en Estados Unidos y Europa. En nuestro país no fue sino hasta 2002 que se empezó a exigir en la parte delantera y en 2004 para asientos traseros de acuerdo al Código Nacional de Tránsito Terrestre, Ley 769 de 2002.
A su vez, este establece los cinturones de tres puntos para los asientos laterales delanteros y traseros y de dos puntos para la silla trasera central. Su uso, por lo tanto, es obligatorio en todos los asientos, según la resolución 3027 de 2010, e incumplir esta norma puede traer un comparendo de 15 salarios mínimos legales vigentes.
Para Laura Daniela Gómez, coordinadora de proyectos de Despacio.org, todavía no hay control suficiente y Colombia no se ha adherido a normas internacionales que le permitan estar a la vanguardia en seguridad vial, “en el caso de los cinturones, hay una ley pero su cumplimiento es mínimo y es porque ha faltado pedagogía”.
Gustavo Alonso Cabrera Arana, docente de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia y experto en seguridad vial, también destaca su preocupación por la falta de control sobre el uso del cinturón de seguridad. “En las sillas traseras, infelizmente, el control es muy bajo, son normas que no tienen mucha penetración en la ciudadanía. Y no hay un mejor sistema de seguridad, pasivo o activo, que haya salvado tantas vidas”.
Además, el uso incorrecto está muy extendido, hay que utilizarlo de manera adecuada, puesto que en caso de accidente las consecuencias pueden ser mayores. Giovanni González Torres, director técnico de Cesvi Colombia, Centro de Experimentación y Seguridad Vial, recomienda tener una distancia adecuada entre el asiento y el timón que permita mover las muñecas con facilidad, así mismo el talón debe estar apoyado en el piso y las rodillas deben estar flexionadas para mover las piernas con facilidad.
“Y en especial la parte del cinturón que está encima de la cadera debe estar tensionado, la correa transversal sobre el hombro para garantizar que tenga una reflexión adecuada y así evitar lesiones”, afirma González Torres.
Sillas infantiles
En el país se exigen sistemas de retención para niños menores de dos años, pero según Daniela Gómez, en el mundo esto abarca hasta los doce años, o a quienes pesan 35 kilos o miden menos de 1,50 metros.
Este sistema de seguridad para menores está conformado por la silla infantil y el cojín suplementario. En el caso de los primeros si es para menores de dos años se debe ubicar en el sentido contrario de conducción para garantizar que en una colisión quede protegido.
Ramírez Bernal hace la similitud con una caja grande en la que hay pelotas de bolos y de ping-pong, “si se mueve de un lado para otro la más pequeña va a brincar por todas partes, y eso mismo pasaría con un menor que no tenga un sistema de seguridad”.
En el caso de los niños mayores de dos años, las sillas deben estar en el sentido de circulación y siempre deben tener un soporte para la cabeza. Para los jóvenes está el cojín suplementario, que regula la altura y protege su cuerpo.
“No se recomienda asegurar una silla con el cinturón de seguridad porque se desplazaría y las consecuencias podrían ser mayores”, concluye Ramírez Bernal