El nombre, ese compañero eterno
Estará con usted para conseguir trabajo o encontrar pareja. No es cualquier cosa: afecta su cotidianidad.
Una vez me dijeron que era un buen conversador y me lo creí (para bien o para mal). Me gusta hablar de política, astronomía, teatro y superhéroes.
Un día quiso cambiarse el nombre. Se llamaba Efrén Elías y se puso Beltrán Elías. Por qué, le pregunta su nieta con risa (a quién se le ocurre reemplazar el Efrén por Beltrán), y él explica que porque así le decían y él quería llamarse como lo conocían los demás. Nunca nadie le ha dicho Elías. Con el Beltrán no se acuerda cuánto lleva, pero a los 92 años son muchas décadas juntas.
El nombre está en los primeros esbozos que los niños empiezan a trazar. Es una de las primeras palabras que incluso se aprenden a escribir. Durante toda la vida es la carta de presentación y aún después de la muerte es un elemento de memoria: cuando escucha Aristóteles, Jesús, Mozart, Picasso o Hitler los identifica. Piensa en el filósofo, la figura del cristianismo, el compositor, el artista, el dictador nazi. Porque el nombre habla de la personalidad, de las experiencias, de los vínculos culturales.
La decisión está determinada por la historia de los padres. “Todos nacemos con una matriz simbólica que está atravesada por su deseo y ellos eligen llamarlo a uno en función del abuelo, de una película, un nombre que les pareció bonito o poderoso. Como ningún niño es una tabula rasa viene marcado por la historia del deseo de sus padres”, afirma Ricardo Andrade, psicólogo de la Universidad de Antioquia.
Por ejemplo, la comunicadora audiovisual Lina Lopera decidió llamar a su hijo al sentir la conexión con él desde el vientre. Cuando se asoleaba la barriga se movía y empezó a llamarlo solecito. “Llegados los 7 meses, el papá y yo estábamos seguros de quererlo llamar Sol, pero no en español, pues en nuestra cultura es un nombre femenino. Entonces empecé a investigar en lenguas indígenas. Sabía que ‘Inti’ es Sol en quechua y el Padre Sol en lo Incas. Ese corto, sonoro, especial, con significado e historia. Mi hijo llegó para ser un sol que desde adentro vino a sanarme, el calor después del frío de la tormenta por la que ambos pasamos con los maltratos de su papá”.
El significado
Los nombres como palabras tienen raíces, algunas del español y otras del hebreo, francés, portugués, árabe o inglés. Julieta viene del latín y su significado es “que es de raíz fuerte”. Pedro de Pedrus y significa elefante. Otra fuente del significado, como expresa Andrade, puede ser que “el nombre como elección supone un acto de deseo que evidentemente marca algún tipo de espera o inclinación. En ese sentido todas las familias construyen una narrativa que le da un significado al nombre”.
Puede incidir, aunque no determinantemente, en aspectos de la vida como las oportunidades, la forma de relacionarse y la personalidad. “No porque alguien se llame Bryan es atracador, como existe el estigma, ni porque se llame Jacobo tiene que ser arquitecto”, manifestó Andrade.
Un estudio de 2012 títulado El nombre y el efecto de la pronunciación: ¿Por qué a las personas les gusta más el Sr. Smith que el Sr. Colquhoun? y publicado en la revista Journal of Experimental Social Psychology sugiere que los nombres, “ricas fuente de información sobre género, etnia o clase”, pueden afectar directamente las oportunidades de las personas.
Los de fácil pronunciación generan más recordación e incluso una imagen más positiva respecto a los más difíciles o extraños. Encontraron que “las personas con apellidos más fáciles de pronunciar ocupan puestos de mayor rango en los bufetes de abogados”, aseguran.
El pasado
En la historia ha sido motivo no solo de identidad sino de política, afirma el académico Karlos Cid Abasolo en un artículo publicado en el libro Nombre propio e identidad cultural (2010): “Durante el desenlace de la Guerra Civil española en 1939, y la subsiguiente dictadura franquista, supusieron la prohibición de los nombres no castellanos, de modo que fue proscrita toda onomástica gallega, catalana o vasca. Nombres como Koldobika [Luis], Kepa [Pedro] o Iñaki fueron considerados de ‘indiscutible significación separatista’ y se produjeron múltiples circunstancias que podremos calificar de tragicómicas”.
Y hay que ir más allá. Los escritores también han hecho lo suyo, con pseudónimos, muchas veces para que sea más sonoro, de más fácil recordación. Uno clásico: Pablo Neruda era Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto.
El género
El nombre no escapa a los prejuicios y discusiones sobre el género. Un estudio publicado en la revista Education Finance and Policy en 2007 concluyó que a los niños con nombres comúnmente dados a las niñas se les puede dificultar su relacionamiento.
Por ejemplo un niño llamado Sue pueden llegar a ser más disruptivo en la escuela que los otros chicos con nombres más masculinos, señala la investigación.
Y en el caso contrario los investigadores Bentley Coffey y Patrick McLaughlin en 2009 confirmaron lo que se conocía como Hipótesis de Portia, después de analizar el censo electoral de Carolina del Sur en Estados Unidos.
La suposición, basada en un personaje de El mercader de Venecia de Shakespeare, que se disfraza de hombre para poder ir ante un tribunal como abogado, afirmaba que las niñas con nombres de sonoridad masculina pueden ser más exitosas en sus carreras. Según los expertos, sí se podría presentar que, al menos en el campo judicial, las mujeres tengan más oportunidad.
Esto ocurre hasta en la naturaleza. Un estudio publicado en 2014 por la Universidad Illinois concluyó que los huracanes con nombres femeninos eran más catastróficos. La causa es que son tomados con menor seriedad. Las personas creen que son delicados y no toman las medidas de precaución necesarias como si lo hacen los de nominación masculina, que perciben como más violentos.
El Centro Nacional de Huracanes de EE. UU. emitió un comunicado en 2014 en el que hizo un llamado de atención a los ciudadanos a ser igual de rigurosos ante el peligro independientemente de si llama Sam o Samantha.
Así que el nombre no es cualquier cosa. Hace días la polémica llegó porque entre los nombres registrados en el país en 2018 hubo una niña llamada Circuncisión, es decir, como la intervención médica de retiro del prepucio. Único, por supuesto. También hubo un Bunkwaneywin y un Juseanderlis.
Porque, finalmente, esa palabra va con usted a cualquier parte. Es quizá el primer regalo que le dan los padres a sus hijos. Mucho gusto, Beltrán. ¿Qué le parece? .