A los jóvenes cada vez les cuesta más ser felices, advierte estudio a más de 200 mil personas de 22 países
Se publicaron los primeros resultados del Estudio Global de Florecimiento, un trabajo sin precedentes que analizó a más de 200.000 personas en 22 países.
La felicidad está cambiando de forma. Durante años, la curva de la felicidad de las personas se asemejaba a una U, es decir, tendía a ser alta en la juventud, a decaer en la mediana edad y a ascender nuevamente al envejecer.
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Pero ya no es así. La curva ha comenzado a aplanarse, ahora parece más un J, esa es una de las principales conclusiones del Estudio Global de Florecimiento, un proyecto de investigación colaborativo entre la Universidad de Harvard y la Universidad de Baylor que acaba de publicar sus primeros resultados en la revista científica Nature Mental Health.
El “florecimiento”, dicen los autores, es “el logro relativo de un estado en el que todos los aspectos de la vida de una persona son buenos, incluidos los contextos en los que vive esa persona”. De ahí que el estudio, liderado por Tyler VanderWeele (Harvard) y Byron Johnson (Baylor), explore seis dimensiones fundamentales del bienestar: felicidad, salud física y mental, sentido y propósito, carácter y virtud, relaciones sociales y seguridad financiera.
Los datos recopilados principalmente por la agencia Gallup en 2023, a partir de encuestas a más de 200.000 personas en más de 20 países, revelaron también que, en promedio, a los adultos jóvenes de entre 18 y 29 años no solo les costaba ser felices, sino que tenían problemas de salud física y mental, autopercepción de su carácter, búsqueda de propósito en la vida, calidad de sus relaciones y de seguridad financiera.
El estudio también encontró que, en términos generales, lo que hace más felices a las personas no solo tiene que ver con factores materiales como los ingresos o el empleo, sino con aspectos profundamente humanos como las relaciones sociales, la espiritualidad, el sentido vital y la salud mental. Así, el bienestar y el florecimiento están relacionados con vínculos fuertes, prácticas de alguna forma de fe o comunidad y de sentirse parte de algo más grande que sí mismos.
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“El panorama es bastante desolador”, le dijo al New York Times Tyler J. VanderWeele, autor principal del estudio y director del Programa de Prosperidad Humana de la Universidad de Harvard. Los hallazgos, según él, plantean una pregunta importante y es si estamos poniendo lo suficiente para el bienestar de los jóvenes, pues por mucho tiempo, los jóvenes adultos vivían esa etapa de su vida con despreocupación y ese período se asociaba a oportunidades ilimitadas y pocas obligaciones. Ahora, el estudio ha revelado que eso tiene más de fantasía que de realidad.
“El Estudio Global de Florecimiento y estos resultados iniciales aportan conocimientos fundamentales para promover el bienestar social. Comprender la distribución del bienestar social a nivel mundial y por grupo demográfico nos ayuda a comprender quién necesita ayuda y de qué manera. Nos permite identificar los grupos a los que podrían dirigirse las intervenciones o políticas para mejorar el bienestar”, dicen los autores.