La difícil tarea de elegir dónde estudiar
En esta realidad globalizada, en la que la virtualidad es relevante, elegir dónde cursar un posgrado requiere un análisis con detenimiento y estrategia.
¿Por qué quiere hacer un posgrado? Puede parecer una pregunta obvia, sin embargo, es el punto de partida no solo para decidir el programa, sino para elegir la institución para realizarlo. ¿Qué tipo de experiencia busca? ¿Qué quiere lograr? Es una universidad de renombre, pero ¿de verdad le otorga lo que desea? En últimas, ¿realmente desea estudiar allí?
Las preguntas las va formulando Eduardo Hoppenstedt, pedagogo mexicano, con maestría en Tecnología, Innovación y Educación de la Universidad de Harvard, mientras explica que las respuestas visibilizan cuestiones que, a veces, se dejan de lado en la elección. Un posgrado, dice, es un medio para alcanzar un fin.
Tomarse el tiempo de informarse, de estructurar los propios argumentos y de analizar factores que tienen que ver con un contexto como el actual en el que se requiere un enfoque global y en el que la educación experimenta importantes transformaciones, será vital en todo este proceso.
Estudiar un posgrado, cree María Antonia Asuad Serna, investigadora de mercados y docente universitaria, es una decisión que las personas toman con mayor consciencia y madurez; invierten dinero, tiempo y conocimientos; se comprometen y piensan en su futuro. Por eso, optar por una institución, “depende mucho de las necesidades de cada persona”. El aspirante a un posgrado o diplomado, dice Asuad, por lo general, tiene un trabajo y experiencia, de ahí que analice sus condiciones laborales para determinar si su opción debe ser virtual, presencial o modalidad híbrida. Se trata de “entender esos motivadores por los cuales quiero hacerlo y ahí empiezo a evaluar la oferta”.
Hay una idea fundamental que va mucho más allá: “Uno tiene que mirar una institución con la que se conecte: ¿Me siento bien en este lugar? (...) Yo no me quedaría en que es la mejor, creo que hay unas muy buenas en todo, con gran desarrollo, entonces uno debe evaluar dónde se siente cómodo y va a aprender muchísimo. Disfrutar el aprendizaje es fundamental en la vida”.
Definir los criterios
Es indudable que la calidad de la institución y su cumplimiento de la normatividad exigida por los organismos que rigen la educación superior deben ser prioritarios. Asegura Eduardo Hoppenstedt, quien dirige una investigación sobre aprendizaje en la plataforma Platzi, que nunca había habido tantas opciones para educarse y en tantos rangos de precio, que brindaran buena calidad. Hay que investigar la entidad, pues existen ofertas para los que buscan algo académico, que les otorgue un título; porque tienen necesidad de actualizar habilidades o bien quieren seguir una pasión.
¿Virtual o presencial?
Con la pandemia, la virtualidad abrió aún más las puertas al mundo. Así que se recomienda entender lo que prometen las diferentes universidades, pues no todos los títulos tendrán validez oficial para convalidarlos, factor importante para quienes tienen como meta una carrera en la docencia o en lo público.
Algunos observan el reconocimiento que tiene la entidad en la temática deseada y es un criterio de gran peso. En eso de pensárselo con detenimiento, Eduardo Hoppenstedt dice: está bien que tenga prestigio, pero quizá sea muy académica y lo que el aspirante anhela es construir un portafolio creativo en diseño, más práctico, entonces regresa a una de las preguntas de origen: ¿realmente quieres estudiar ese posgrado allí?
Si se habla de presencialidad, explica María Antonia Asuad Serna, es adecuado detectar las ventajas del campus y sus espacios, las actividades grupales y culturales: tener en cuenta esos otros elementos transversales “que hacen que te sientas en un ambiente agradable, donde vas a disfrutar del aprendizaje”.
El costo es un factor que también hace parte del proceso de elección. Para impulsar esta formación, se ofrecen becas desde entidades gubernamentales o beneficios económicos y facilidades de pago de parte de las mismas universidades. “Es mirar la opción de obtener estas ayudas para poder acceder a la universidad que desees y confiar en que estás haciendo una inversión en ti mismo y cuando uno lo hace eso se verá reflejado en la vida no solo profesional sino personal, y en el crecimiento a largo plazo”, complementa Asuad Serna.
Después de enfrascarse en estas necesarias reflexiones, como afirma Eduardo Hoppenstedt, “si ya decidiste que el programa es para ti, lo que tienes que saber contestar es por qué esa universidad”.