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La Gorda del Parque de Berrío cumple 30 años

Torso de mujer es su verdadero nombre y llegó a Medellín después de viajar desde Pietra Santa, Italia, donde está el taller de Botero.

15 de septiembre de 2016

De La Gorda se ha dicho que es bígama, pero del supuesto segundo matrimonio, con El Gordo, no parece haber registro.

Fue un rumor. Después de su primer casamiento hubo comentarios alimentados por las intenciones del maestro Fernando Botero de poner al lado de ella el Torso de Hombre (El Gordo), y por eso la daban como casada por segunda vez. Pero el Gordo nunca estuvo a su lado, terminó lejos de ella, en el Parque San Antonio.

La Gorda de Botero, o del Parque de Berrío, como también la llaman, cumple hoy 30 años de estar en el mismo lugar. Allí llegó un lunes a las 8:00 de la mañana. La recibieron con aplausos mientras su cuerpo se desvelaba a medida que desbarataban el guacal.

A los 20 años la casaron con Macancán, un personaje de la obra Un domingo, del teatro La Fanfarria. El matrimonio fue ahí mismo, donde aún está, en la plazoleta del Banco de la República.

Su padre, Botero, no estuvo. Cuando la dejó en el pedestal en el Parque Berrío, el 15 de septiembre de 1986, dijo: “Por fin llegó La Gorda, me siento muy satisfecho de verla finalmente aquí...”, registró EL COLOMBIANO al día siguiente.

El Torso de Mujer, como es su nombre original, había viajado desde Italia. Partió exactamente de Pietra Santa, donde el maestro la esculpió junto con otras dos iguales. En ese momento a una la enviaron para Los Ángeles, a la otra para Palm Beach y la tercera vino a Medellín. Después de Pietra Santa pasó por un puerto francés, viajó con la Flota Mercante Colombiana por todo el Atlántico hasta Cartagena y desde allá la trajeron en un carro de Transportes Botero Soto vigilado por patrullas de la Policía.

El mismo día que llegó el maestro le dijo a EL COLOMBIANO que era “una declaración de mis principios plásticos. No es la alegoría de la mujer antioqueña ni de su fertilidad. Es simplemente un torso. Uno hace obras de arte, no hace alegorías, no hace comentarios. Me gusta la idea de tenerla así muy baja porque no quiero darle ese carácter heroico que generalmente se le da a la escultura que es una cosa que está subida en un pedestal donde nadie la pueda tocar y es como un desafío. Quiero una escultura puesta al nivel del público”.

Así ha estado durante estos treinta años: dispuesta al público. No la han casado de nuevo, la que se casó en 2013 fue otra gorda de Botero, con otra mujer, pero en Bucaramanga.

La de Medellín es un referente del Centro, de la ciudad. Pilar Velilla, gerente del Centro, cuenta que Botero acertó en el concepto de poner las esculturas cercanas a la gente “para que nos apropiemos de ellas”.

Una vez un grupo de mujeres la vistió con una camiseta que por poco no logran ponerle. Fue en 2012 y con el gesto, junto con otras manifestaciones, buscaban evidenciar que estaban en pro de la despenalización del aborto en Colombia.

La Gorda también fue feminista por un día.