Mandalas, una pausa en el trabajo
Las pausas activas en el trabajo tienen en esta práctica una forma de descanso para recargar energía.
Comunicador social y periodista. Actualmente redactor de los temas de la industria automotriz nacional y global. Y también explorando temáticas de estilo de vida y turismo.
La hora del almuerzo es el momento para que Mariana Ochoa y sus compañeras de trabajo se sienten alrededor de la mesa redonda que está en el centro de su oficina y que también sirve de espacio de reuniones al equipo de diseño en la firma Prebel. Cuando ellas se sientan luego de almorzar no están pensando en el trabajo, por el contrario buscan desconectarse de su cotidianidad.
Mariana saca su libro de mandalas y comienza a pintar la figura que haya elegido para ese día. Por lo general aquella que haga alusión a figuras florales. Son cuatro o cinco diseñadoras que varios días de la semana dedican este momento de su día laboral para desconectarse, distraer la mente y concentrarse en otra actividad.
Sin embargo, Mariana encuentra que cuando dedica esos 60 minutos para pintar las figuras con muchos detalles, como le gustan, y eligiendo uno o dos colores como máximo en diversas tonalidades, también se beneficia en el desarrollo de su trabajo manejando la parte gráfica de las marcas y la tienda de la compañía.
“Muchas veces, cuando tengo un trabajo complejo, pintar las mandalas me ayuda a aclarar la mente y encontrar luego la solución cuando retomo la actividad”.
Respuesta en las metáforas
Una situación que reconoce el ingeniero Camilo Roa Mackenzie, quien anota que los mandalas lo que hacen es “conectar a la persona con el lenguaje simbólico, alegórico, con las metáforas”.
La palabra mandala proviene del sánscrito, una lengua india, y significa círculo o pensamiento contenido en un círculo. De hecho las figuras más representativas de los mandalas se asemejan o bien a círculos dentro de un cuadrado, o lo contrario.
Esto, explica el sicólogo César Hernández Granados, con especialización en sicología analítica junguiana, apela a un equilibrio de opuestos: círculo y cuadrado, femenino y masculino, lo infinito y los límites.
Y es a través de estas metáforas dibujadas que las personas encuentran caminos para liberar tensiones, o para desarrollar aptitudes y recargar energía.
Cada persona elige el tipo de mandala que quiere pintar. Mariana prefiere aquellas que tienen muchos detalles porque siente que se concentra más, y en ese sentido también le permite en esos momentos de tensión tener mayor claridad para seguir la jornada de la tarde en su oficio.
Y aunque en su práctica ella no tiene objeciones sobre ningún tipo de mandala, el terapeuta Andrés Castaño, de Amatista Centro Integral del Ser, aconseja que cuando se trata de entornos laborales lo mejor es no pintar mandalas que tengan puntas, porque tienden a generar o descargar energías más agresivas.
“En estos entornos es mejor utilizar mandalas circulares o espirales” y colores como amarillos, naranjas, azules, verdes o rojos suaves.