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No hay chiste en el acoso

Con la etiqueta #MiPrimerAcoso, miles de mujeres han contado sus historias personales en las que han sido agredidas por hombres.

Periodista y espectador, depredador de historias 24/7. Universidad de Antioquia.

27 de abril de 2016

Tocar, rozar o insultar; golpear, violar o matar. Los límites entre un acto y otro son borrosos y todos son bastante graves. Así lo evidencian los testimonios de las campañas promovidas desde las redes sociales en toda Latinoamérica, que buscan frenar el abuso al que miles, quizá millones de mujeres son sometidas a diario.

Denunciar un atropello cotidiano como el toqueteo en un bus, un comentario fuera de lugar o una mirada lasciva, no busca victimizar a quienes lo padecen sino visibilizar una problemática que ha permanecido por siglos: la cosificación de las mujeres.

Lucrecia Ramírez, psiquiatra y activista por el empoderamiento de la mujer, llama la atención sobre esta clase de violencia cotidiana: “cuando se comete un exceso de este tipo, hay que tener en cuenta que no es una situación individual, es decir, no sólo afecta a la mujer a la que están abusando, sino que es un atentado colectivo contra todas, porque se está permitiendo esa idea de que los cuerpos de las mujeres le pertenecen a quien los desee, y estamos hartas”, afirma Ramírez, resaltando que las redes sociales han sido aliadas para contener y reemplazar las creencias que han hecho que esta problemática sea invisibilizada.

Omaira López, integrante de la Corporación Mujeres que Crean, resalta que aunque no sea una violación o un feminicidio, el acoso también ofende y humilla a quien es objeto de él. “No es un halago, esta práctica lesiona la dignidad de las personas afectadas y puede acentuar el temor, el miedo, la inseguridad y desconfianza en las mujeres para habitar una ciudad”, afirma López, señalando además que el acoso está tipificado como delito en la Ley 1257 de 2008.

Desde otro punto de vista, Angie Palacio, periodista e integrante del programa Mujeres Digitales que lideró Lucrecia Ramírez como primera dama del departamento en la anterior gobernación de Antioquia, opina que la masificación de estas iniciativas en la red ha sido valiosa pero que no es un recurso suficiente para generar el cambio de mentalidad que erradicaría el acoso de las calles: “La solución es educación, estrategias pedagógicas, que deben apuntar a la desestructuración de estereotipos, cambiando algo tan arraigado como ‘la mujer debe ser bella y el hombre inteligente’, ya habría mucho camino ganado, internet ha cuestionado estas ideas, pero creo que este debate debe entrar, y permanecer en las aulas de los colegios también”.

Son varias las campañas e iniciativas que desde toda América Latina han protestado contra el acoso: la etiqueta #YaNoMás, promovida por la corporación Mujeres que Crean en Colombia, #AcosoEsViolencia, del Observatorio contra el Acoso Callejero de Chile y #CalleSinAcoso de México, han sido una de las más visibles.

Sin embargo, la más reciente y de gran impacto ha sido la etiqueta #MiPrimerAcoso, promovida desde México por la activista colombiana Catalina Ruiz-Navarro, quien se inspiró de experiencias como #PrimeiroAsseido, en Brasil, y en una de sus amigas que se atrevió a escribir sobre esto.

La frase #MiPrimerAcoso ha sido utilizada en más de 93 mil publicaciones en redes sociales desde el 23 de mayo hasta ahora, con reveladoras e impactantes historias.