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¿Qué hay detrás de tantos cambios de los tiempos entre dosis?

Periodista convencida de la función social de su profesión, de la importancia del apoyo mutuo, la educación y el arte.

23 de noviembre de 2021

El Ministerio de Salud y Protección Social estableció a mediados de este año que las segundas dosis de Moderna, Pfizer y AstraZeneca debían recibirse 84 días después de la primera.

Sin embargo, hace poco cambió la indicación: cada una de las tres vacunas podría tener su segunda dosis a los 30 días de aplicada la primera.

Estos cambios en los tiempos también se han dado para las dosis de refuerzo. ¿Qué pasa? ¿Eso sí se puede?

Primero, ¿son seguros?

Ninguna decisión que pueda poner en riesgo la salud de la población se toma de forma arbitraria o por “capricho”. Siempre hay detrás estudios científicos que garantizan la seguridad.

El docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, Pablo Patiño, PhD en Ciencias Básicas Biomédicas, señala que para las vacunas contra covid hubo ensayos clínicos con distintos intervalos de tiempo. Y se siguieron haciendo conforme avanzó el tiempo, de hecho así se corroboró que con un intervalo mayor puede haber mejor respuesta. No obstante, Patiño agrega que ante eso está la disminución de riesgos: se decide no esperar tanto entre dosis porque con una sola hay menos protección.

Por su parte, John Mario González, inmunólogo, docente y coordinador del Laboratorio de Ciencias Básicas Médicas de la Universidad de los Andes, explica que en un principio los intervalos fueron cortos por la premura de la emergencia. “Por ejemplo, AstraZeneca, que tenía su segunda dosis a los 28 días, fue la primera en pasarla a 84”.

Ahora, pese a que la evidencia científica es un hecho, ¿puede ser que más que por efectividad los tiempos cambien a conveniencia? Es decir, ¿si hay más o menos vacunas disponibles en el país? La respuesta es sí, la modificación también depende de asuntos logísticos, lo que no quiere decir que no sea seguro hacerlo. En definitiva, “los cambios se hacen con base en dos conceptos clave: evidencia y disponibilidad”, puntualiza González.

¿Y la de refuerzo?

También hay evidencia. Se sabe que a los 6 u 8 meses después de completado el esquema los títulos de anticuerpos neutralizantes tienden a disminuir. Dice Patiño que es algo normal y no lo único importante en la respuesta inmune, “pero por ahora sirven para evaluar la calidad de la protección”.

Esto desde el punto de vista estadístico es una generalidad, es decir, pueden haber individuos que aún antes de los seis meses ya tengan esa disminución. En ese sentido, se adelantan las dosis de refuerzo para disminuir riesgos, sobre todo en individuos más vulnerables (de la tercera edad o con enfermedades previas).

“Ese conocimiento se tenía desde hace algunos meses, pero (a falta de inmunólogos en el comité asesor) hay que esperar que esos resultados lleguen al país”, finaliza el docente.