Tendencias

¿Por qué nos obsesiona la belleza?

La idea de sentirnos bellos trasciende a la salud y pasa por asuntos psicológicos, culturales y sociales.

Comunicador social. Periodista del área de tendencias. Me interesan la ciencia, el lenguaje, la sociedad y el internet. Me gusta responder las preguntas que se hace la gente cuando se hace preguntas.

08 de abril de 2016

En distintas ocasiones, Angelina Jolie ha sido declarada por los medios de comunicación como la mujer más hermosa del mundo, la más influyente, o la actriz mejor paga de Hollywood. Ahora se enfrenta a una acusación tanto menos glamurosa: tabloides estadounidenses afirman que Jolie habría sido hospitalizada por problemas alimenticios, y que su peso estaría rondando unos someros 35 kilos.

35 kilos son casi la mitad del peso recomendado para una mujer de su edad y estatura: 40 años, 1,69 metros. La fórmula de 1974 del médico B.J. Devine para calcular el peso ideal dice que Jolie debería pesar 60,5 kilogramos, la de 1983 del doctor J.D. Robinson habla de 60,1; y el Índice de masa corporal, tal vez la medida más aceptada, la ubica entre los 52,8 y 71,4 kilogramos.

Belleza y salud son términos que, en algunos casos, proponen visiones irreconciliables. Algunos medios acusan a Jolie de sufrir de anorexia y buscar una figura ‘bella’, tal vez desconociendo ciertos esfuerzos en pro de la salud de la actriz, como la mastectomía doble a la que se sometió en el 2013, extirpándose ambos senos, o la remoción de sus ovarios y trompas de falopio en 2015. Ambas operaciones para disminuir el riesgo de sufrir cáncer de mama u ovarios, a los cuales está predispuesta genéticamente.

Todo sea por ser hermoso

Buscar la belleza, en especial la femenina, puede pasar por asuntos como el peso o la figura del cuerpo, las formas de facciones como la nariz, los labios y el mentón, o el tamaño de los bustos o la cadera. Esa búsqueda, en algunos casos, puede inclusive llegar a amenazar la salud de una persona.

Cifras del Centro Oliver Pyatt del 2011 estimaban que un 17 % de las niñas de Medellín tenía algún desorden alimenticio identificado. En el 2015, 40 peluquerías y sitios de spa de la ciudad fueron cerrados por realizar intervenciones estéticas clandestinas. El lunes pasado la Policía cerró otros siete en el Valle de Aburrá, luego de comprobar que realizaban procedimientos médicos sin licencia, o que tenían prácticas sanitarias que podían poner en riesgo la salud de sus pacientes.

Sumado a esto está el número de personas que fallecen por este tipo de procedimientos clandestinos. En enero, una mujer de 47 años murió por una reacción negativa a uno de los medicamentos que le suministraron mientras le hacían una mamoplastia. En marzo, una mujer de 45 años sufrió un paro cardiorrespiratorio cuando le realizaban una liposucción en una clínica estética de El Poblado, y perdió la vida. Cuatro días después falleció una joven de 21 años, cuando aparentemente los biopolímeros que le habían sido aplicados en los glúteos se desplazaron y le invadieron los pulmones.

El problema no radica en las cirugías estéticas. Pasa también por nuestra concepción de lo bello y su búsqueda.

El doctor Felipe Martínez, cirujano plástico y miembro de la Sociedad colombiana de cirugía plástica, dice que la razón más importante de una cirugía estética no es el ‘defecto’ en sí, sino la forma en la que el paciente se percibe a sí mismo.

Un viejo proverbio anglosajón dice que la belleza está en los ojos del espectador y es, en alguna medida, cierto: lo que consideramos bello está sujeto a concepciones sociales y culturales, entre otras.

Bello acá, feo allá

La periodista Esther Honig documentó algo así en el 2014. Envió una fotografía suya a 27 expertos en retoques digitales, cada uno de un país distinto, y les pidió que la “hicieran bella”. La versión australiana la muestra con los pómulos sonrojados y profusos labios rojos. La de Marruecos, con ojos claros y un hiyab en la cabeza. Así, una versión distinta de ‘lo bello’ para cada país.

Un año después, el portal web médico onlinedoctor.superdrug.com realizó un experimento similar. Pidió a 18 diseñadores que modificaran una foto de una mujer en ropa interior para plasmar el tipo de cuerpo ideal de su país, y una forma femenina arquetípica. La tendencia se repite y la belleza cambia según el país. Particularmente, la colombiana es voluminosa, como una pintura de Botero.

¿Por qué buscamos sentirnos bellos? El sociólogo y profesor universitario Carlos Patiño explica que la forma como nos relacionamos con los otros pasa a través del agrado y la atracción, y en ese sentido consideramos la belleza como algo fundamental para establecer una relación con alguien. También, añade que la belleza es una institución social, pues existe una serie de ‘normas’ que dicen qué es bello y qué no lo es, como si fuera un patrón en el que hay que encajar.

Al respecto, el psicólogo y docente universitario Juan Diego Tobón explica que la belleza se establece a través de pautas que se replican una y otra vez en la cultura. “Esos patrones que repiten hasta que se vuelven norma”, dice.

¿Por qué un solo modelo de belleza no permanece a lo largo del tiempo? Como las culturas cambian, así lo hacen también sus estándares. “Es una especie de ping pong, donde a una figura estruendosa le sigue una recatada, y viceversa”, añade Tobón.

Sin embargo, aunque para otros una persona pueda ser bella, a veces “es tanta la presión cultural y la alteración psicológica que el cuerpo se ve como no es”. Este fenómeno da pie a trastornos como la anorexia o la vigorexia.

Según Martínez, las cirugías estéticas son exitosas porque al desaparecer o transformar aquello que preocupa a quien se opera, no solo afectan lo atractivo que pueda sentirse, sino que también alteran su autoestima.

El último siglo ha sido acelerado en muchos términos, y uno de ellos es el cambio en los estándares de belleza física. A mediados de la época se promocionaban medicamentos que prometían ayudarle a ganar hasta tres kilos por semana, mientras que hoy abundan las dietas que ofrecen lo contrario.

Shakespeare dijo: “No todo lo que brilla es oro”. Habría que añadir: no todo lo bello es saludable, y no todo lo saludable es bello.