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Tejer no solo divertirse, para hacer cambios sociales

Aunque algunos lo asocian con una actividad de sus abuelas, hay varios colectivos en la ciudad que usan el tejido para cambios sociales e individuales.

Me gusta leer historias de terror y creo profundamente en el poder transformador del periodismo. Escuchar a las personas es lo que me apasiona de mi profesión. Comunicadora y Periodista en formación de la Corporación Universitaria Lasallista

18 de junio de 2019

Tejer no se trata únicamente de entrelazar hilos y lanas para hacer una cobija o un saco. A veces, tomar la aguja tiene un significado más profundo. Incluso, aunque es un acto que suele realizarse en solitario, alcanza a unir comunidades.

En Medellín varias organizaciones dedicadas al tejido buscan, a través de él, dignificar, visibilizar y mostrar diferentes problemáticas que se viven en la ciudad.

La tejedora Luz María Vélez, quien convocó el pasado 8 de junio a varios colectivos a celebrar el Día Mundial de Tejer en Público en el Teatro Pablo Tobón Uribe, dice que “es una herramienta que muchos ciudadanos estamos usando para transformar realidades”.

Ella explica que quienes tejen en la ciudad, tejen realmente una nueva vida. Pone el ejemplo de la organización internacional Noupops, que tiene sede en Colombia, quienes se dedican a realizar pulpos para niños prematuros.

Estos muñecos de lana son puestos al lado de las incubadoras, porque según la organización, los tentáculos hacen sentir seguros al bebé debido a que le recuerdan el cordón umbilical. Ellos sacaron la conclusión de las observaciones realizadas en Dinamarca con la entrega de 20.000 pulpos.

Otro caso es el de Las Guerreras del Centro, cuya organización sin ánimo de lucro se dedica a dignificar el oficio de las trabajadoras sexuales. Tejiendo historias es el programa en el que estas mujeres logran visibilizarse. “Al hablar con las guerreras lo primero que te dicen es que son reconocidas como prostitutas, pero no como personas que les gusta bailar, que han vivido el conflicto armado, que tienen familia o les gusta tejer”, dice Laura Valderrama, quien las asesora en sus proyectos.

Los jueves a las 5:30 p.m. en el Claustro de Comfama se reúnen para conocer sobre las diferentes técnicas de tejido como crochet, malla, bordado. Las acompañan, siempre, dos agujas. Más que aprender a hilar, el contar las vivencias, encontrar un punto en común en sus vidas, tener con quien compartir y verse visibilizadas dentro de la ciudad de Medellín es lo que le da significado a cada colcha que tejen. O eso dicen. Luz Mery Giraldo, como parte de la organización, encuentra en el tejido un símbolo de duelo. “Es importante que las guerreras tejamos, ya que vamos sanando heridas”.

Apropiarse de la aguja, entrelazarla entre telas y hacer un nudo para no dar vuelta atrás es un ejercicio que les ha ayudado a construir sueños.

Este es otro de los beneficios de tejer en comunidad, debido a que a través de dicha actividad algunas mujeres han logrado ser líderes desde los procesos que propone la organización. Retirarse de las calles para dejar de ejercer la prostitución y ser docente de tejido ha sido uno de los logros de Jacqueline Duque, por ejemplo.

Actualmente es una de las encargadas de dictar el taller Tejiendo historias. “Resurjo como el ave fénix, ahora soy tallerista y eso me hace sentir importante”, cuenta ella.

Espacios de convivencia

Durante el Día Mundial de Tejer se encontraron varios grupos que tienen el tejido como su centro. Está, por ejemplo, El Ojo de la Aguja, quienes desde 2017 se han dedicado a realizar un archivo de memoria en el cual escriben nombres de líderes sociales asesinados.

Tejer dentro de este proyecto es un acto político, ya que cada pañuelo es una denuncia pública y van más allá de embellecer.

Isabel González, líder de El Ojo de la Aguja, dice que el encontrarse con otros colectivos “muestra las empatías que tenemos, porque sabemos que el tejido nos une como narrativa”. Añade que es realmente signicativo observar cómo algunos bordados que construyen son hechos por personas que no han sido víctimas del conflicto, pero les duele la realidad en la que están.

Porque tejer es para el que quiera. En el encuentro los hombres se reunieron para reindivicar el trabajo masculino de quienes tejen. Por medio de la aguja quieren mostrar que dicha actividad no es solo de mujeres.

“No se trata de género, para mí es importante tejer porque es relajante, y ahí llevo la historia de mi vida, me equilibra la mente y me pone la mente positiva”, dice Alberto Restrepo, miembro de El Costurero de la Casa.

Lo que acerca a los diferentes grupos no es el hecho de bordar nombres, tejer pulpos o realizar cualquier otra labor.

Es la actitud de querer transformar el mundo. La aguja, el hilo y los textiles son solo herramientas que ayudan al proceso.

Como dice Luz María Vélez, “dar a conocer lo que tejemos es mostrar que realizamos un cambio social”.