¡Qué orgullo! UdeA estudia pistas sobre el origen de la vida
Gracias a simulaciones cuánticas, un equipo de la UdeA y de universidades extranjeras exploró cómo se forman moléculas complejas en una nube interestelar de la Vía Láctea, posibles precursoras de la vida.
Periodista de medio ambiente de EL COLOMBIANO. En sus ratos libres se dedica a la lectura, al quehacer dibujístico y a la maternidad de gatos.
Moléculas invisibles a los telescopios, pero fundamentales para entender la química de la vida, se forman en los rincones más oscuros de la galaxia.
A esa conclusión llegó una investigación liderada por un grupo académico de la Universidad de Antioquia, que, mediante simulaciones cuánticas, logró explicar cómo surgen compuestos insaturados en el medio interestelar, estructuras que podrían ser precursores de formas más complejas asociadas con procesos prebióticos.
El estudio, que contó con los esfuerzos articulados del Grupo Química-Física Teórica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UdeA, el Instituto Max Planck para Física Extraterrestre, en Alemania, y de la Universidad de Kent, en Inglaterra, se centró en una nube molecular ubicada a unos 25.000 años luz de la Tierra, en el corazón de la Vía Láctea, y su relevancia fue tal que mereció reconocimiento internacional y un premio nacional para uno de sus autores.
Y no es para menos. Todo comenzó en 2022, cuando Jhoan Alejandro Londoño Restrepo, entonces estudiante del pregrado en Astronomía, fue contactado por investigadores europeos interesados en explorar lo que en su jerga llaman “chorizos cósmicos cuánticos”: estructuras alargadas, compuestas por dobles o triples enlaces entre átomos, cuya formación aún genera preguntas abiertas en la astroquímica.
“Jhoan fue el que nos trajo la propuesta de investigación”, recuerda el profesor Albeiro Restrepo, uno de los coinvestigadores del proyecto.
“Él tenía los contactos con la gente de Europa, que le planteó si aquí en Colombia se podía hacer una investigación sobre esos ‘chorizos’ cósmicos cuánticos, y el estudiante encontró nuestro grupo, donde tenemos la capacidad para hacerlo”.
Gracias al uso de métodos de mecánica cuántica, el equipo pudo irradiar moléculas como etanolamina, propanol, butanonitrilo y glicolamida con partículas de alta energía en simulaciones por computador, para observar cómo se fragmentaban. Luego, esta técnica permitió deducir sus componentes estructurales y rastrear nuevas rutas de formación, aún no descritas experimentalmente.
Los resultados fueron publicados en la revista Chemical Science, editada por la Real Sociedad de Química del Reino Unido, con Londoño como autor principal, acompañado por Santiago Gómez Jaramillo, egresado de Química de la UdeA y estudiante de doctorado en Suecia; el profesor Restrepo; Heidy M. Quitián-Lara, del Instituto Max Planck, y Felipe Fantuzzi, de la Universidad de Kent.
Ahora, el aporte más significativo del estudio radica en demostrar que estos procesos químicos pueden ocurrir incluso en las zonas frías y protegidas de las nubes espaciales, donde nacen los sistemas planetarios. “Una pregunta fundamental ahora en la ciencia es de dónde y cómo surgió la vida”, explica el profesor Restrepo.
“Nosotros no estamos respondiendo a esta pregunta, pero sí proveemos evidencia de que estos procesos prebióticos son bastantes comunes en el universo y por esto podemos decir que la vida en la Tierra no es nada especial, somos un planeta común y corriente, en una galaxia muy común”.
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Además de identificar rutas de formación de moléculas insaturadas, los científicos también profundizaron en el estudio de enlaces químicos exóticos, aquellos que no siempre obedecen las reglas clásicas de la química. Este enfoque expandió las fronteras del conocimiento teórico y motivó a Londoño a seguir explorando nuevas posibilidades.
“Este proceso en la investigación me ha abierto mucho la mente y me ha expandido el horizonte, para pensar no solo en la astronomía, que es lo que yo veía en el pregrado, sino que ahora pienso en ahondar en la astroquímica”, afirma.
El trabajo, que tomó tres años de desarrollo, fue reconocido con el Premio EuroCol Julio Garavito en Astronomía, distinción otorgada a jóvenes investigadores colombianos. “Este es un reconocimiento no solo para mí, sino también para todos los que participaron en la investigación”, dice Londoño.
Lo cierto es que, más allá del galardón, el hallazgo deja en alto el nombre de la universidad y posiciona a la ciencia hecha en Colombia como una voz autorizada en los debates globales sobre el origen de la vida en el universo.