En este restaurante las hortalizas salen del campo directo a la olla
Este proyecto permite que las personas siembren, recolecten y disfruten de la comida.
Periodista, apasionado por el cine, la televisión y el fútbol. Egresado de la U. de A, y envigadeño de nacimiento y residencia.
Al igual que en las viejas casas campesinas de las abuelas, donde las zanahorias y tomates salían directamente de la huerta a la olla del almuerzo, en un restaurante en Santa Elena se puede vivir esta experiencia.
Más de disfrutar de un buen plato de comida, con ingredientes frescos y orgánicos, esta propuesta también busca hacer visible la labor de los agricultores y que los asistentes vivan directamente la destreza de sembrar y recolectar a campo abierto en el Oriente antioqueño.
“El objetivo es sensibilizar, que la gente entienda que, en este caso, las hortalizas no vienen de una góndola de un supermercado o de una plaza de mercado, sino que conozcan todo lo que hay detrás hay ese proceso”, resalta Carlos Esteban Estrada, del restaurante El Herbario, que junto a SiembraViva desde hace seis meses tienen este proyecto entre las veredas Perico (Envigado) y El Plan (Santa Elena).
¿Cómo es?
El programa es cada ocho días, todos los domingos, y requiere inscripción previa (solo 40 personas) a través de los canales digitales de El Herbario.
El plan comienza a las 10:00 a.m. en la sede de SiembraViva, donde los visitantes son recibidos con un refrigerio y una inducción sobre lo que van a disfrutar.
“Hay un reconocimiento de la zona, del paisaje, y comienza un recorrido de campo, primero desde la biofábrica donde se hace la siembra y el control de plagas; luego hay una cata de vegetales con fresas y zanahorias y tomates, para encontrar a ciegas cuál es orgánica y cuál es tradicional”, relata el chef Rodrigo Isaza.
En la biofábrica, los asistentes siembran cuatro semillas diferentes, aprenden a hacerlo y a conservarlas y se las llevan a sus casas a la espera de que en unas semanas esas lechugas o espinacas que sembró las puedan servir en la mesa.
Luego hay un recorrido por los cultivos, donde se tiene la posibilidad de recolectar directamente de la tierra las hortalizas en cosecha, lechugas, espinacas, albahacas, zanahorias, entre muchas otras.
“Lo hacemos para que la gente sepa de dónde viene lo que se come, es una experiencia muy bonita para los niños, que algunos no saben de dónde sale una zanahoria, que creen viene de los supermercados y de ahí a las neveras”, recalca el chef Isaza.
Todo orgánico
Otro de los objetivos de estos recorridos y almuerzos campestres, además de conectar con las raíces ancestrales, tiene que ver con crear conciencia acerca del consumo de los productos orgánicos.
“Siembraviva es una apuesta para volver la mirada al campo y para reconectarnos con el origen de la comunidad, ayudamos a los pequeños productores para que hagan una transición de una agricultura tradicional a una agricultura orgánica regenerativa, en suelos que permitan capturar carbono y aportar no solo en la alimentación saludable, sino en el tema del control del cambio climático”, dice Diego Benítez, fundador y director general de Siembra Viva. Benítez señala que hay que se enseñar a las personas a comer de una manera distinta: “Colombia consume 100 gramos de verduras y frutas por día, mientras que lo recomendable por la OMS (Organización Mundial de la Salud) es 400 gramos”.
Resalta que en el país no hay más de 40 hectáreas certificadas en hortalizas orgánicas y que, de esas 40, SiembraViva tiene 10.
“Aprendimos que es a través de la experiencia, de la gastronomía, que las personas pueden entender los cambios de hábito. Con El Herbario unimos fuerzas, nosotros entregamos vegetales y a partir de ahí ellos plantean sus cartas”, dice el fundador de SiembraViva.
El almuerzo
Tras la siembra, cata (donde generalmente los comensales a ciegas prefieren los sabores de los orgánicos por encima de los cosechados de manera tradicional) y recolección, la jornada dominical termina en una maloka para disfrutar del almuerzo del día, que lleva - relata el chef Isaza- una entrada con una sopa y un plato principal con una porchetta al barril con vegetales de la huerta y un postre.
“Esta pandemia nos creó una necesidad puntual, la de comer en familia, no de que llegue el domicilio con platos diferentes y cada uno se vaya para su cuarto, así se pierden momentos en familia. Nuestra experiencia permite recuperar ese espacio ancestral de que todos coman lo mismo y a la misma hora”, señala Carlos Esteban Estrada.
Como en las casas de las abuelas, ahora en Santa Elena se puede recuperar la tradición de comer en familia, con productos recolectados directamente desde la tierra