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Retos y aprendizajes durante la alternancia

A pesar de las circunstancias sanitarias, los centros educativos han creado estrategias para cumplir con su misión formativa.

30 de mayo de 2021

Por tercera vez, en catorce meses de pandemia, los centros de educación inicial o jardines infantiles retornaron en mayo a la presencialidad, pero aún no se sabe si este regreso es definitivo.

La incertidumbre ha sido la constante, asevera Beatriz Vélez, presidenta de la Asociación Antioqueña de Educación Infantil y a su vez directora del jardín infantil La Casa de los Colores, en Laureles. Tener que trabajar procesos discontinuos e interrumpidos no es lo ideal. Sin embargo, las instituciones se han encargado de mitigar los efectos que esto genera en los niños y sus familias.

“Nos hemos acomodado a las necesidades de las familias de acuerdo con su sentir, ya que son ellos quienes toman la decisión de enviar o no a los niños a los centros de educación inicial. Su colaboración ha sido fundamental para convertirse en guías y apoyo, y que ellos tengan una crianza sana e integral”, señala Vélez.

Agrega que han vinculado la virtualidad incluso para el fortalecimiento del vínculo comunicativo entre docentes y familias, y aunque reconoce que gracias a esto, hoy es más fácil enviarles instrucciones o atender sus solicitudes, insiste en que la presencialidad es indispensable para la socialización de los niños y como factor protector de su salud mental y las de sus cuidadores.

Herramientas de apoyo

Ana Cecilia Ossa, directora general del Jardín Infantil Sol Naciente e integrante de la Junta Directiva de la Asociación Antioqueña de Educación Inicial, argumenta que estos centros educativos “deberían ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir”.

La virtualidad con niños de uno a cinco años le parece “compleja”, sin mencionar el tiempo de exposición a pantallas. No obstante, han buscado las herramientas para que esta experiencia sea amena y con énfasis en la protección del vínculo entre los niños, los amiguitos y los docentes.

“No es lo ideal, pero es una manera de que haya conexión con ese mundo social tan importante”, dice Ossa, y afirma que para ello recurrieron a la literatura, la música, las expresiones artísticas y a que la casa fuese una especie de laboratorio para potenciar su desarrollo.

“Algunas familias se retiraron del jardín, nuestro rol fue el de acompañar y comprender la situación alrededor de cada familia. Por eso hicimos inversiones, adecuaciones y formamos a los docentes para hacer un trabajo integral y darles la posibilidad del retorno, que era urgente”, explica Ossa.

El apoyo de los centros de educación inicial es clave para generar tranquilidad y transmitir seguridad a las familias