Ser papá es un asunto científico muy serio
Muchos estudios han profundizado sobre las consecuencias, para el hombre, de ser padre. No se crea, son muchas.
Papás como mamás y no solo porque asuman su rol de progenitores sino porque al igual que a las mujeres la llegada de un hijo les produce cambios notorios desde su comportamiento hasta hormonales.
Eso han demostrado muchos estudios científicos, pues el tema de la paternidad no ha escapado a la mirada de la ciencia. Así, por ejemplo, se sabe que la tendencia tras ser papá es... la obesidad.
Claro, no todo aplica a todos, pero los cambios son significativos e interesantes para el rol de quien ha sido considerado, por muchos, como el mero e insufrible macho. Hasta depresión posparto pueden padecer y experimentar algunos cambios en el cerebro que induzcan la producción de nuevas neuronas, demostrado en modelos animales dicen otras investigaciones.
Del tema hay mucho para hablar. Y si la mamá está presta a correr ante la voz del bebé, el papá también tiene un entrenamiento para hacerlo.
Muchos aspectos poco conocidos de ser padres que la ciencia ha ido descubriendo de a poco así la controversia todavía se genere en algunos de los hallazgos.
El parecido
Por ejemplo, ¿a quién se parece más el recién nacido, a la mamá o al papá?
Sí que ha sido un tema discutido y analizado, con resultados mixtos desde que en 1995 en un estudio publicado en Nature, Nicholas Christenfeld y Emily Hill de la Universidad de California, San Diego, encontraron que las personas eran mucho mejores al equiparar las fotos de niños de un año con otras de sus papás, y mucho menos las relacionaban con sus madres.
Pero así como los parientes y amigos que visitan a la familia con un bebé y expresan a quién se parece más, la ciencia no quedó satisfecha con el resultado en Nature.
En Evolution & Human Behavior se ocuparon del asunto en varias oportunidades y los hallazgos difieren sugiriendo que los bebés se parecen tanto a sus papás como a las mamás. Incluso algunos hallaron que el parecido se daba más con la madre.
Así, en 1999, según un informe en Scientific American, French y Serge Brédart de la Universidad de Liège en Bélgica trataron de reproducir lo hallado por Christenfeld y Hill y no pudieron. Con fotos, las personas decían que se parecían tanto al papá como a la mamá.
Igual resultado arrojó otra investigación con una muestra más amplia de bebés, publicada también en Evolution & Human Behavior: se parecen por igual a ambos padres, con unos que son más parecidos a las mamás y otros a los papás, lo que concuerda con lo que expresan, a todos ha tocado, las visitas que van a conocer los recién nacidos.
Pero hay un aporte curioso: dos investigaciones hechas con 7 años de diferencia este siglo, sugieren que en los tres primeros días de vida los bebés se parecen más a sus madres de acuerdo con la evaluación de personas ajenas a las familias.
Se halló, además, que las mamás tienden más a atribuir un parecido con el papá que con ellas, lo que se explicaría evolutivamente como una manera de asegurar la paternidad responsable.
Ahora, ¿que solo las mujeres se ven sometidas a esos cambios hormonales tipo montaña rusa?
No. Aunque no lo crea, los hombres que van a ser papás también.
Papás maternales
No es uno, son varios los estudios que han detectado cambios hormonales en los hombres que van a ser papás por primera vez.
Uno de ellos fue publicado en Mayo Clinic Proceedings. Se tomaron muestras de saliva de manera regular a hombres que iban a ser papás y a otros que no para medir los niveles de testosterona, cortisol y estradiol, una hormona que influye en la conducta maternal en mujeres, otros primates y en mamíferos.
Los futuros papás tenían concentración más reducida de testosterona y cortisol (hormona del estrés) y más estradiol. Esta concentración fue mayor tras nacer el bebé.
No es la única hormona que se altera. No, según un estudio con modelo animal. Publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
A los papás ratones se les atribuye un comportamiento hostil contra los recién nacidos debido a la testosterona. ¿Pero qué tal la progesterona? En ratones modificados para tener la hormona se encontró un cambio significativo de comportamiento, la ausencia de agresión a la descendencia.
Esa hormona está ligada al sentimiento maternal en las mujeres. Tal parece que podría funcionar en hombres.
La agresión contra otros ratones no se detuvo, lo que vincula la progesterona solo con la progenie, un mecanismo poco entendido.
Un caso particular es el de la oxitocina: en los papás que asumen con dedicación su rol de cuidado del bebé se detectan más niveles de la hormona a la vez que esta parece aumentar esa conducta parental.
Papás a los que se les suministró la oxitocina vía espray eran más activos en los juegos con sus hijos.
Llama la atención la reducción de la concentración de testosterona, la hormona del ‘mero macho’. Al nacer el hijo, parece entrar en modo inactivo por decirlo de algún modo y por eso el padre se involucra más con la familia y siente menos necesidad de estar por fuera, aunque los menores niveles no están relacionados con pérdida de la libido ni tampoco de la masa muscular pues estos son temas más complicados, en especial el del apetito sexual.
La disminución tampoco es tan sentida para afectar ese tema, según investigadores de la Universidad Northwestern en Chicago.
Los cambios en esas hormonas y otras como la prolactina y los glucocorticoides también documentados pueden tener efectos fisiológicos no determinados. Así, otra de las inquietudes que ha buscado responder la ciencia es ¿afectan la composición corporal del padre?
Más obesos
Hay un estudio muy sugestivo publicado en el American Journal of Men’s Health. En él Craig Garfield y colegas hicieron un seguimiento a una base de datos de algo más de 10.000 hombres desde los 12 años de edad durante más de 20 años.
Su interés se centró en analizar cómo el Índice de Masa Corporal cambiaba con el tiempo mientras se convertían en papás o no y, entre aquellos, si vivían o no con sus hijos.
Y vaya lo que encontraron: independiente de si vivían con sus descendientes o no, ser padre significaba un aumento de cuatro libras durante el periodo estudiado.
En contraste, quienes no tuvieron hijos perdían en promedio 14 libras, establecidas con base en la estatura de algo más de 180 centímetros.
Es decir, un fenómeno social que influye en un marcador biológico. Sugiere que la paternidad es determinante en la salud de los papás.
Si bien muchos papás disminuyen el alcohol y el cigarrillo cuando son padres, pueden estar más en contacto con alimentos y pasabocas altos en calorías. Y a eso podría deberse el aumento, aunque es una conclusión aún en el plano de la especulación.
Deprimidos
Cuentan de vez en cuando algunas notas sensacionales de prensa sobre hombres que sienten los dolores del embarazo. O que también de algunos que producen leche.
No probado esto por la ciencia, sí existe otra condición que parece cierta.
La depresión posparto hace parte del abanico de condiciones que la paternidad puede traer. Lo había mostrado una investigación que sugería una incidencia hasta en el 25 % de ellos.
Otro trabajo, publicado en el Journal of the American Medical Association, evaluó 43 estudios con más de 28.000 papás para encontrar que alrededor del 10,4 % sufría depresión entre el primer trimestre del embarazo de su mujer hasta el primer cumpleaños del hijo. Un largo periodo.
La mayor depresión se presentaba entre los 3 a 6 meses luego del nacimiento, con una tasa internacional de 8,2.
Parece poco, mas si se considera que la tasa anual de depresión de 4,8 % (datos de Estados Unidos) es un valor elevado, no tanto como el de las madres cuya depresión posparto alcanza a 1 de cada 4 según estudios.
Un tema de salud pública que merecería atención.
En el cerebro
Muchas de las respuestas establecidas en las investigaciones tienen que ver con el cerebro. Es que desde este parece desencadenarse la serie de procesos que incide en la manifestación de la paternidad.
Cuidar al hijo se refleja en la actividad cerebral del mismo modo como sucede en las madres. En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences se evaluó esa actividad en 89 padres recientes mientras observaban videos incluyendo algunos de sus propios hijos.
Se examinaron madres que eran las que se dedicaban a cuidar los bebés, padres que ayudaban y gais que criaban niños sin ayuda de una mujer.
Los tres tipos de padres presentaron activación de la región cerebral relacionada con el procesamiento de emociones y el entendimiento social. Los papás que eran cuidadores primarios de sus hijos mostraron una activación similar a la de las mamás, indicando que existiría una red cerebral común a ambos sexos.
En modelo animal se ha demostrado que el ser padres induce la formación de neuronas. ¿Por qué? Podría deberse a lo que se denomina ambiente enriquecido, esa nueva dimensión que la paternidad brinda a los papás.
Voces
Otra de las inquietudes comunes acerca del ser padres es si están predispuestos para escuchar la voz de sus bebés cuando lloran.
Con frecuencia se dice que las madres tienen un sentido especial para responder con inmediatez.
Una investigación en Nature Communications encontró que no es así: sería la experiencia, según lo establecido, lo que lleva a un mayor reconocimiento de la voz del bebé, no un instinto maternal.
Los papás, por lo tanto, son tan buenos para ese reconocimiento como ellas.
En la investigación, en el 90 % de las veces los padres identificaban el llanto de sus bebés.
Mucho ha dicho y mucho tiene para decir la ciencia acerca de ser papá. Desde el punto de vista genético, además, un creciente número de estudios ha revelado que la influencia del padre es más alta de lo que se creía tanto en la composición física del hijo como en algunos patrones psicológicos.
En ese sentido, contrario a los dichos populares y las apuestas machistas, los papás son algo más que una fábrica de espermatozoides.
Ser padre tiene su cuento.
Otras fuentes: LiveScience, Scientific American.