Primeros auxilios mitos y errores más comunes
Desmitificamos algunas ideas sobre cómo actuar durante un caso de emergencia: qué hace bien y qué está muy mal.
Periodista, científica frustrada, errante y enamorada de los perros. Eterna aprendiz.
Si pide a diferentes personas que le den su definición de los primeros auxilios, algunos hablarán de preoveer curitas para una cortada pequeña, otros de cómo atender quemaduras y otros de cómo enfrentar lesiones más severas. Hay diversas situaciones que pueden requerir primeros auxilios. Algunas de ellas podrían marcar la diferencia entre la vida y la muerte o causar más daño que beneficio.
Jorge Sierra, médico de la Universidad Pontificia Bolivariana, los define como una atención inmediata que se le da a una persona enferma, lesionada o accidentada en el lugar de los acontecimientos.
Ya que nuestro conocimiento sobre el cuerpo humano cambia y algunas veces la sabiduría popular no es tan sabía, desmitificamos algunas ideas erróneas que se dan en casos comunes de lesiones repentinas.
1. Hemorragia nasal: tirar la cabeza hacia atrás
Esto no para el sangrado. Podría producir que la persona se ahogue pues su sangre se dirigirá a la parte posterior de la nariz y se podría ir hacia la garganta y la boca. Según el portal de la Cruz Roja del Reino Unidos es mejor inclinar la cabeza hacia adelante presionando la zona lateral del lado de la nariz que sangra por unos diez minutos, justo donde termina el hueso y empieza la zona carnosa. También puede aplicar frío con compresas de hielo, el frío tiene un efecto vasoconstrictor.
2. Quemaduras: crema de dientes para sanarlas
Es posible que esta idea surja del efecto refrescante que aporta el dentífrico, pero hay que recordar que esta es abrasiva y por esto lo que hace es agravar la lesión. Ante una quemadura, lo mejor es refrescar la lesión con agua a temperatura ambiente durante varios minutos y nunca aplicar hielo. El dolor se controla con estas medidas y, si no es suficiente, con analgésicos de venta libre. Si el dolor es insoportable o la herida no evoluciona adecuadamente, lo mejor es acudir al centro de atención primaria correspondiente.
3. Atraganto: golpear la espalda
Es una práctica casi instintiva. No obstante, esta acción tan bien intencionada puede ser desacertada ya que puede favorecer la impactación del cuerpo extraño y empeorar la obstrucción de las vías aéreas.
Ante un suceso de estas características hay que practicar la maniobra de Heimlich, que consiste en colocarse detrás del afectado y rodearlo con los brazos para hacer una compresión por debajo de la boca del estómago. De esta manera, se impulsa de forma brusca el aire hacia arriba, de modo que facilita la expulsión del cuerpo extraño.
4. Ataques de epilepsia: sostener a las víctimas e introducir un pañuelo en la boca
Los movimientos incontrolados de las extremidades que se pueden presentar en estos casos, aunque parezcan violentos no deberían evitarse pues se corre el riesgo de provocarle lesiones. La inmovilización ni acorta el ataque ni reduce los efectos. Así mismo, está contraindicado intentar introducir un objeto en la boca para que no se muerda la lengua, esto puede causar heridas en la cavidad bucal y se corre el riesgo de sufrir una mordedura involuntaria.
Si está ante una crisis convulsiva, sujete al individuo con suavidad para evitar que se lesione, amortigüe su cabeza y volteé a la persona de costado para impedir que, en caso de vómito, se produzca una aspiración hacia los pulmones.
6. Picadura de medusa: orinar sobre ella
No hay evidencia científica de que esto funcione. Mejor, el agua salada puede ser un buen remedio para lavar la zona y calmar un poco el escozor y es importante no aplicar agua dulce, ya que rompe las células urticariantes. Una solución de vinagre al 50% puede ser efectiva para desactivar la acción de la toxina. Y aunque no es conveniente hacerlo de forma directa, poner unos cubos de hielo envueltos en un pañuelo también atenúa las molestias, aunque no es conveniente darlo de forma directa.
7. Objeto extraño en el ojo: soplar
Soplar para intentar retirar un objeto del ojo no es una buena idea pues puede provocar lesiones en la córnea. Lo más adecuado es lavar el ojo con suero fisiológico o agua para que el líquido arrastre el objeto hasta que salga. Llorar también tiene un efecto parecido.