¿La música sabe a chocolate? Eso piensan Filarmed y el Astor
Se trata de Sinfonía 95, una caja de chocolates que rinde homenaje a la historia de esta repostería de Medellín.
En un movimiento que une tradición e innovación, dos íconos de Medellín —Filarmed y la Repostería Astor— han creado Sinfonía 95, una caja de bombones de alta gama que están inspirados en las notas musicales. Este proyecto, que se presentará este jueves en el Palacio Rafael Uribe Uribe, celebra los 95 años de Astor y confirma la intención de Filarmed de acercar otros públicos a la música sinfónica.
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La semilla de Sinfonía 95 se plantó durante la conmemoración de los 40 años de la Filarmónica. “Hablamos de unir chocolate y música, pero la idea quedó en pausa”, dice María Catalina Prieto, representante de la orquesta. Fue en 2024 cuando Carlos Silva, líder de Astor, retomó el concepto con una propuesta concreta: asignar a cada nota musical un bombón con rellenos que evocaran su esencia.
“El do es fuerza, el re frescura, el si intensidad —explica Carlos—. Usamos nuestros clásicos, como el bombón de tequila para el si, y el de maracuyá para el re”. Para asegurar la perfección, realizaron paneles sensoriales con expertos, afinando cada detalle como si se tratara de una partitura.
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El proceso fue una sinergía de saberes. Mientras Astor aportó su legado chocolatero —con técnicas artesanales que preservan desde 1930—, la Filarmónica seleccionó obras maestras que complementaran cada sabor. “No fue fácil —admite María Catalina—. Teníamos que elegir una sola pieza para cada nota entre siglos de repertorio”.
El resultado es una “caja de edición limitada” que incluye 7 bombones (uno por nota musical), un librito con la explicación conceptual de cada creación y códigos QR para escuchar las obras seleccionadas, desde Mahler hasta compositores contemporáneos. “Es democratizar la música clásica —destaca María Catalina—. Quizás alguien que nunca buscaría a Beethoven, lo descubra mientras saborea un chocolate”.
El Astor emplea a 160 colaboradores (el 80 % mujeres), muchos con décadas de experiencia moldeando chocolate. “Cada bombón es hecho a mano, como cada nota interpretada por los músicos”, subraya Carlos. Además, el 5 % de las ventas se destinará a la Filarmónica de Medellín, apoyando programas educativos.
La repostería, fundada en 1930 por el suizo Enrique Baer, ha sido testigo de la evolución de Medellín. “Era el lugar donde las familias celebraban los cumpleaños o compraban el primer chocolate —rememora Carlos—. Hoy seguimos honrando esa tradición con técnicas que resisten a la industrialización”.
María Catalina comparte su conexión personal: “De niña, venir al Astor con mi papá era magia. Esta colaboración es un homenaje a esos recuerdos”.