Tener o no hijos, ¿hasta cuándo pensarlo?
Aunque no existen normas respecto a qué edad una mujer debería ser mamá, si hay recomendaciones.
Una vez me dijeron que era un buen conversador y me lo creí (para bien o para mal). Me gusta hablar de política, astronomía, teatro y superhéroes.
Un espermatozoide tarda unas 10 horas en llegar hasta el óvulo para fecundarlo. El embarazo dura aproximadamente nueve meses y la preparación para la llegada al mundo de ese hijo puede tardar varios años cuando se planea.
La decisión implica diferentes factores, entre ellos los biológicos, sociales y psicológicos. Ante tantas variables entra la pregunta, ¿cuál es el mejor momento para empezar a pensar o desistir de la paternidad o maternidad?
Lo que dicen los médicos
En el campo biológico los futuros padres tienen marcadas diferencias. “La principal es que las mujeres nacen con un número establecido de células germinales, es decir, de óvulos. Mientras que en el hombre la producción de espermatozoides se renueva completamente, más o menos cada tres meses, en los que ocurre una especie de nueva línea de producción y esto hace que esas células no envejezcan”, explica Juan Carlos Vargas, director científico de Profamilia.
Así, los hombres tienen grandes probabilidades de ser padres durante toda su vida, si no presentan en sus organismos anomalías.
Sin embargo, en el caso femenino es diferente pues en ellas “el reloj biológico es implacable”, según Vargas. La producción de óvulos en las mujeres se da cuando están en el vientre de sus madres y solo hasta la semana 21 de gestación. Desde ese momento el número de células reproductivas queda determinado para siempre”.
Son más o menos unas 300.000. “De ellas solo despiertan entre 500 y 1.000, que compiten una carrera hasta que queda una que muere cada mes o es fecundada”, explica Juan Giraldo, ginecólogo especialista en Reproducción Humana.
A medida que avanzan los años en la vida de una mujer los óvulos no solo disminuyen en número sino también en calidad. El paso del tiempo no es su mejor aliado y en este sentido, según Giraldo, “alcanzan su punto máximo de fertilidad entre los 20 y 25 años, desde ahí se mantiene estable más o menos hasta los 30, edad en la que su potencial de fecundar empieza a disminuir levemente. De los 35 en adelante se reduce de manera considerable y a los 40 cae en picada”.
Para Vargas, el tiempo biológico en el que el cuerpo femenino está preparado son los 20 años, pues “la mujer ya ha tenido menstruaciones regulares, ha terminado el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, como la formación mamaria, la distribución de la grasa y la estatura. Pero esta es solo la edad en la que el cuerpo está preparado para un embarazo. Hay que compaginar el reloj biológico, la madurez física con la emocional y el proyecto de vida”.
Implica una preparación
Cuando una pareja desea incluir un hijo biológico o adoptado debe tener en cuenta, además de las recomendaciones médicas, una serie de factores como las etapas mismas de su relación, pues “existen unas transiciones vitales que las personas asumen al momento de conformarse como unión. Es recomendable, desde la teoría, que se cumplan de manera articulada algunos ciclos como el noviazgo y la conformación del matrimonio o pareja conviviente, en la que los sujetos pueden mostrarse como son, fortalecer juntos sus puntos débiles, hacer entre ambos la división de roles y tareas, manejar su presupuesto, la relación con las familias de origen, los vecinos, entre otras”, manifiesta Isabel Cristina Bernal, terapeuta familiar y coordinadora del área de asistencia familiar de UPB.
En cada una de estas etapas se presentan crisis que los dos individuos tienen que resolver y que les permiten afianzar la relación hasta un punto en el que “todo está funcionando de manera sincrónica y se puede dar el siguiente paso que es el nacimiento de los bebés. Allí entraría un nuevo estímulo que acarrearía nuevas acomodaciones y tensiones a las cuales las nuevas familias deben adaptarse”, agregó Bernal.
¿Cuándo tener un hijo? La experta señala que cuando se tenga estabilidad emocional, se encuentre una pareja con la que “se puede establecer ese legado de paternidad y cuando se proponga como meta, de una manera muy pensada, sabiendo cuál es el deseo último de ser padres”.
Pero no necesariamente para todos tiene que ser una decisión de dos, como es el caso de Alexandra Montoya, periodista y reconocida humorista, quien relata en su libro Yo lo decidí, que cerca a los 40 años tuvo a su hijo Juan José sin una pareja porque no quería esperar al hombre indicado. “Soy consciente de que la fuerza no es la misma que en los veinte, pero sí hay más estabilidad emocional y económica”, escribió.
Las brechas generacionales
Desde el campo de la psicología, María Victoria Palacio, profesora de la Universidad de Envigado y especialista en familia, considera que uno de los grandes retos para determinar el mejor momento para tener un hijo es la edad que diferenciaría a los padres con el niño o la niña, pues podrían presentarse situaciones diferentes en el caso de unos muy jóvenes o unos muy mayores.
“Si hay una brecha generacional muy amplia quizá esto va a impedir entender cuál es la generación de ese hijo que viene en camino, porque cada una trae nuevos acontecimientos, diferentes formas de pensar, hábitos y estilos de vida distintos que tal vez exija de los padres más adultos tengan que hacer un mayor ejercicio de entendimiento sobre cómo sus hijos viven”.
Sobre este punto coincide Bernal, “los padres más mayores suelen ser más conservadores y sobreprotectores, pues no quieren que a ese hijo le pase nada. Sienten que esa fue su última oportunidad de vivir la paternidad y a veces exageran en los cuidados”.
En el caso contrario, cuando la brecha generacional es menor y los padres son jóvenes, los niños pueden sentirse “más cercanos, incluso llegar a ser amigo de los hijos sin perder el rol de autoridad. Podría haber una mayor apertura para escucharse entre ambas partes, sobre todo en etapas cruciales y críticas como la adolescencia”, expresa Palacio.
La edad y la salud del bebé
En los embarazos de personas muy jóvenes, la edad de los padres no tiene afectaciones sobre la salud o formación del bebé, según expertos como Vargas, sino que en estos casos los riesgos recaen sobre la salud de la mamá, pues “tienen un mayor riesgo de tener complicaciones médicas como pérdidas tempranas, hipertensión inducida por el embarazo, intolerancia a los carbohidratos, es decir diabetes gestacional, y en el momento del parto pueden presentarse obstrucciones si no se ha terminado el desarrollo óseo de la parte pélvica”.
En el caso de las mamás mayores, las cosas cambian. “Por un lado si a los 20 años una mujer tiene una probabilidad de ser infértil del 3 %, a los 40 años, por la sola edad, es del 60 %. Y por otro, las mamás que tienen hijos a edades avanzadas sí pueden empezar a tener riesgos sobre el bebé, más de índole genético. Por decir algo, a los 25 años el riesgo de que una mujer tenga un bebé con Síndrome de Down es 1 en 1.250, mientras que a los 45 años, en esa misma mujer, es de 1 en 25. Esto porque el óvulo ha envejecido y perdido calidad”, aclaró Giraldo.
Según los expertos consultados, las probabilidades de un embarazo y una paternidad exitosa aumentan entre los 20 y 35 años, pero coinciden en que cada caso tiene sus condiciones que pueden ser evaluadas y que se van a diferenciar por las múltiples variables que se cruzan en esa decisión que marca la vida de las personas que la toman.