En tiempos idos una expresión habitual de crítica personal era “usted es la contraria del pueblo”; una forma de decir, usted piensa distinto a la mayoría, va en contra del saber convencional, no comparte los lugares comunes que conforman las creencias dominantes. La filosofía siempre ha sospechado de la opinión, doxa, le decimos en la jerga. Se le oponía a la ciencia. Pensadores como Frederick Hayek predicaron la promoción de la idea excéntrica, novedosa y minoritaria que pusiera a prueba las verdades establecidas.
“Alguien tiene que llevar la contraria” (Ariel, 2016) es el reciente libro en el que Alejandro Gaviria teje textos diversos alrededor de esta idea, expresada en un coloquialismo bello que guarda una similitud inconfesada con el “vivir...