Los compañeros del brigadier general Rubén Alzate Mora coinciden en la manera de describirlo: tipo de buen humor, amigo de ponerse en un nivel más horizontal en el trato con los civiles y, por ello mismo, a veces decidido a despojarse de su uniforme. Estudioso. Entrenado. Líder.
Algunos creen que pudo pecar de ingenuo al acudir tan desarmado al caserío Las Mercedes, a 30 minutos de Quibdó, de donde las Farc se lo llevaron. Así solía moverse por la capital chocoana: sin escolta. En el puerto y el malecón, la gente lo rodeaba. “Llegó el general monito” (por su pinta de rubio, entre tantos afros).
Él sabía a qué iba y qué arriesgaba. ¿Se confió? Tal vez. O solo fue consecuente con su estilo de ejercer liderazgo militar y político, no en el sentido...