Volvió a mi memoria un texto escrito hace algunos meses, en el que señalábamos que nuestra biodiversidad, soporte esencial de la vida, ha sido también una víctima. Los cultivos ilícitos, la expansión de la frontera agrícola, las tendencias demográficas en algunos lugares, la explotación ilegal de los recursos naturales, son algunos de los factores de una transformación bien negativa en nuestros ecosistemas. Un ejemplo de esa victimización: la expansión de la coca. El Instituto Von Humboldt advierte que hay una relación lineal entre el aumento de estos cultivos y la afectación de especies –anfibios, reptiles y aves-. Esto se traduce en que si, en el año 2012 una especie tenía 1.000 hectáreas afectadas, en el 2016 ya tenía 3.000. Y estamos hablando...