Con el desalentador panorama escolar, es fácil apuntarse al discurso derrotista que un sector académico viene esgrimiendo. Dicen, por ejemplo, que la escuela nada puede hacer, porque la globalización le ha arrebatado el liderazgo con ofertas, más de mercado que de formación.
Se dice que la democracia escolar es una ilusión, que ha sido mal entendida y ha desatado condiciones, no de libertad, sino de libertinaje, que sus enseñanzas son para ese tramo del claustro, y no para la vida, etc.
Innegable que hay argumentos espinosos para la desconfianza que despierta la estrategia escolar, desconfianza que pone en el banquillo la legitimidad que, hasta ahora, la amparaba. Cada día toma mayor fuerza un colectivo internacional de padres, que consideran...