Por HUGO PRIETOredaccion@elcolombiano.com.co
Este episodio ocurrió en mi calle en el centro de Caracas la semana pasada. La gente gritaba, corría por mi edificio, tratando de escapar de un contingente de guardias nacionales que había abierto fuego con cañones, balas de goma y latas de gas lacrimógeno a una cuadra contra una manifestación pacífica frente a las oficinas de PDVSA, la petrolera del Estado.
Una manifestante, una mujer de unos 60 años, buscó refugio del gas lacrimógeno detrás de un árbol. Abrimos la puerta para que entrara pero ella no se sentía bien buscando refugio; sentía que estaba eludiendo su deber como ciudadana al no enfrentar abiertamente a los atacantes. “No podemos hacer nada si morimos, señora”, dijo un joven que obviamente...