Por Stefanía Fernández L.Universidad Pontificia BolivarianaFacultad de Com. Social, 10 semestre stefania.fernandez@upb.edu.co
Soy de esas mujeres a las que les gusta la noche porque se ve la otra cara de Medellín. Mujeres a las que les gusta el centro y andar en él, perderse y preguntar, parcharse en una banca en avenida La Playa sin ningún afán. Pero ser mujer aquí no es cómodo ni seguro.
Se me había vuelto costumbre subir al Pueblito Paisa en bicicleta todas las mañanas, la ciudad recién despertaba y mi cuerpo ya sentía la necesidad de pedalear. Ya no lo hago, no por pereza al deporte, sino porque es insoportable el escuchar uno que otro pico de un osado macho o las palabras “mami, mamita y mamacita” de cuanto hombre calenturiento esté deambulando...